El otro día recibí una crítica
algo ambigua sobre uno de mis artículos que, poco más o menos y palabra arriba
palabra abajo, se podría resumir así: ¿va en serio lo de taller literario?
En fin, no sé si esa persona se
refería a que no trasmito en condiciones mínimamente literarias, o que la
temática que suelo elegir para mis escritos de blog se desvinculan de esta
materia. Y, la verdad, como uno es un iluso, creo pensar que es más de lo
segundo. Espero que sea eso…
Así pues, para meternos algo más
en sustancia, me voy a atrever a intentar mejorar algunos aspectos de un texto
ya de nivel profesional. Serán quienes lean este artículo los que sopesarán si
vale la pena o no la corrección (o “mejora”) atendiendo a que soy un firme
defensor de transmitir al lector siempre por el camino más corto y más fluido,
en no sacar de la página a nuestros receptores con un embrollo innecesario y
“muretes” en el devenir sintáctico de las oraciones.
Para justificarme un poco más en
la creencia de que no existe el autor total (hasta García Márquez revisó Cien
años de soledad en una tirada conmemorativa… o, al menos, eso decía la
propaganda), declaro abiertamente que todo autor debería tener detrás un
despiadado equipo humano capaz de destriparle el texto y de negociarle los
detalles de la huella de su oficio.
Así pues, este miserable que no
ha demostrado nada elige a un autor del que le encantan muchas de sus salidas,
pero que, al mismo tiempo, parece que, como nos pasa a todos, podría…
“negociarse”. Hablo de Juan Manuel de Prada (ya lo he citado alguna vez en mis
artículos de amateur) y, para estar a la última de esta actualidad,
precisamente del primer capítulo de su recién obra Morir bajo tu cielo.
Y anticipo que esto no es
recibir a dentelladas el texto, ni meterse de lleno a capricho, sangre y fuego.
Es un análisis casi casual y rutinario de algunos detalles que, sin prestar una
atención absoluta, suenan un poco… “removibles”. Sobretodo, en este ejercicio es
vital no cambiar ni un ápice el contenido, pero sí facilitar su asimilación a
la persona que lo lee. Así logremos fluidez y claridad sin quitar ni un gramo
de información.
Veamos…
Página 13. (Aquí empieza el
primer capítulo)
Teodorico Novicio cerró por un
instante los ojos, para espantar el merodeo de aquellos pensamientos, que no
dejaban de rondarlo.
Mejorado:
Teodorico Novicio cerró por un
instante los ojos para espantar el merodeo de aquellos pensamientos que no
dejaban de rondarlo.
(Tan sencillo como quitar todas
y cada una de las comas).
Página 15.
Aunque le gustaban mucho más las
partidas de naipes y las peleas de gallos que las tenidas, Novicio había
participado en ellas, siquiera remolonamente, durante varios años, por no
disgustar a su primo Juan Luna…
Mejorado:
Aunque le gustaban mucho más las
partidas de naipes y las peleas de gallos que las tenidas, durante varios años
Novicio había participado en ellas, siquiera remolonamente, por no disgustar a
su primo Juan Luna…
Página 19.
Sin embargo, para su sorpresa,
su auditorio la aceptaba sin rechistar, como los niños aceptan la existencia de
las hadas y los trasgos, incluso se enardecían y exaltaban mientras les evocaba
ese imaginario…
Mejorado o desambiguación:
Sin embargo, para su sorpresa,
su auditorio la aceptaba sin rechistar, como los niños aceptan la existencia de
las hadas y los trasgos. Incluso, estos “críos” se enardecían y exaltaban
mientras les evocaba ese imaginario…
NOTA: En la frase habla
de su auditorio, no de los niños, que no se enardecen ni exaltan porque no
existen en la convocatoria que se cita en el texto.
Página 20.
…mientras arrojaba su cuerpo
muerto a una caldera de agua hirviente para después…
…mientras arrojaba su cuerpo
muerto a una caldera de agua hirviendo para después…
NOTA: Espero no
equivocarme (para eso estamos negociando una mejora), pero el “agua hirviente”
suena más acorde a aguas que permanentemente tienen esa cualidad. Por ejemplo,
las aguas hirvientes de una terma natural, o algo por el estilo. Quizá, el agua
de la caldera está momentáneamente hirviente (no es una cualidad intrínseca
constante) y no puede compararse con aguas pestilentes o aguas cristalinas, que
sí tienen una cualidad más longeva. Agua
hirviendo suena más razonable, pues el agua no es “hirviente” por sí misma,
sino mientras esté hirviendo en la caldera (menudo lío).
Página 20 y 21.
Algo semejante había
experimentado la semana anterior, cuando por primera vez se decidió a visitar
Baler, supuestamente para preparar el ataque a la guarnición militar y estudiar
sus defensas, pero en realidad deseoso de volver a abrazar a sus familiares,
después de tantos años de alejamiento, y de pasear sus calles, para recuperar
las huellas extraviadas de la infancia.
Mejorado:
Algo semejante había
experimentado la semana anterior, cuando, por primera vez, se decidió a visitar
Baler supuestamente para preparar el ataque a la guarnición militar y estudiar
sus defensas, pero, en realidad, deseoso de volver a abrazar a sus familiares,
después de tantos años de alejamiento, y de pasear sus calles para recuperar
las huellas extraviadas de la infancia.
Página 23.
Todavía algún balereño regresaba
a casa, después de la jornada en el campo, aguijoneando en vano a su carabao,
que iba rastrillando con los cuernos, cabizbajo, el camino, como si lo quisiera
sembrar con sus legañas.
Mejorado:
Todavía algún balereño regresaba
a casa, después de la jornada en el campo, aguijoneando en vano a su carabao
que, cabizbajo, iba rastrillando con los cuernos el camino como si lo quisiera
sembrar con sus legañas.
Página 30
Sus fieles respondieron
jubilosamente, blandiendo los bolos, galvanizados por el ardor guerrero que les
transmitían las vísceras del cálao, que habían devorado sin tomar aliento,
atragantándose casi, y cuya sustancia ya se inmiscuía en su sangre, como un
combustible preternatural.
Mejorado:
Sus fieles respondieron
jubilosamente blandiendo los bolos, galvanizados por el ardor guerrero que les
transmitían las vísceras del cálao que habían devorado sin tomar aliento,
atragantándose casi, y cuya sustancia ya se inmiscuía en su sangre como un
combustible preternatural.
Página 31.
Blandían los bolos de un modo
muy escasamente guerrero, como si se dispusieran a cortar forraje; y
algunos ni siquiera tenían bolo y se conformaban con enarbolar aperos de
labranza, de utilidad más que dudosa.
Mejorado:
Blandían los bolos de un modo
muy escasamente guerrero, como si se dispusieran a cortar forraje, y
algunos ni siquiera tenían bolo y se conformaban con enarbolar aperos de
labranza de utilidad más que dudosa.
Página 34.
Tensó el arco y apuntó al
corazón del teniente, sabiendo que no le iba a disparar, salvo que hiciese
algún movimiento brusco.
Mejorado:
Tensó el arco y apuntó al
corazón del teniente, sabiendo que no le iba a disparar salvo que hiciese algún
movimiento brusco.
Mejorado opción segunda:
Tensó el arco y apuntó al
corazón del teniente sabiendo que no le iba a disparar… salvo que hiciese algún
movimiento brusco.
NOTA: Con los puntos
suspensivos añadimos incertidumbre.
Opinión personal:
Se cita un quinqué en plena
noche que es un cónclave de polillas. Al citarse de nuevo no debería usarse
otra vez que es un cónclave, sino que quizá es mejor referirse directamente a
las polillas y citar al “enjambre”. Repetir el recurso lo desvirtúa.
Termino este análisis señalando
el uso desproporcionado del punto y coma, que, si bien a veces está usado para
enlazar conceptos razonablemente, en otras muchas (demasiadas) está ahí para
conformar una barrera lectora incómoda y poco audaz que debería ser sustituida
por una simple coma, el recurso primario de la lectura que facilita enormemente
este tipo de cosas. O es un intento baldío de originalidad, o una obsesión que
debería haber sido contenida, pues estropea el texto.
En otras frases,
incomprensiblemente no se usa.
Un ejemplo:
Entonces sonó una voz milenaria,
totémica, en la que se compendiaba todo su árbol genealógico, generaciones y
generaciones de hombres mansos, caballerosos y honorables.
Mejorado o ¿negociado?:
Entonces sonó una voz milenaria,
totémica, en la que se compendiaba todo su árbol genealógico;
generaciones y generaciones de hombres mansos, caballerosos y honorables.
(¿Por qué? Pues… porque las
generaciones y generaciones de hombres mansos, caballerosos y honorables, no
son un añadido al árbol genealógico, sino parte de él. Espero que se entienda.)
Y esto es todo, resuelto muy por
encima. Y sobretodo añadiendo que este autor tiene unos recursos geniales y una
cultura bien ancha, grandes dosis de conocimiento de lo que hace… pero, en fin,
todos somos humanos. Y por supuesto que me señalo a mí como el primero que
necesita ayuda urgente en lo que hace y que, probablemente, seré justamente
destripado cuando comparta todos mis textos, cosa que debo aceptar porque no
soy yo quien está en juego, sino la cultura de todos, la misma que muchos grandes intelectos aseveran que escasea en la calle pero les sobra en sus textos.
Y sumo: al terminar este
sencillo ejercicio algunos dirán “oye, dedícate a escribir lo tuyo y deja el
texto ajeno…” pero, como reclamaba ese lector mío que criticó mi espacio, este
es el supuesto “Taller Literario”, ¿no? Algo habrá que trabajar y no quiero que
sean solos mis tejemanejes al teclado. Espero que a alguien le haya servido y
me pueda justificar en el uso del material ajeno a tenor de que todo esto tenga
sentido.
1 comentario:
Gracias por su ayuda, solo soy aficionad, pena no poder estar en los talleres literarios personalmente, muy loable por su parte dicha informacion, gracias,m perdone mi falta de tildes, ya que escribo sobre teclado ingles, gracias y hasta otra, saludos cordiales desde Harlow,Inglaterra!
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