jueves, 9 de abril de 2015

Taller Literario nº 17 Pre-crítica La corte de los espejos, de Concepción Perea.





Ya sabemos que la vida es dura y que las cosas son como son (que se lo digan a mis pies, que están donde deben). 

Llevo tiempo intentando cazar La corte de los espejos, de Concepción Perea, porque ha recibido soberbias críticas y, ahora que lo tengo físicamente entre manos, me veo en la ansiedad de tener que hacer este pre-análisis porque, en artículos casi inmediatamente posteriores, me he visto en la tesitura, el reto, de analizar textos “de prestigio”. En el caso que me ocupa, la comparación es inevitable y el resultado, sin más, sorprendente.

De este ejemplar apenas llevo cuatro capítulos (son cortos y magnéticos), pero ya me veo arrojado a comparar aquéllos y este título porque las evidencias están ahí (dicen que las comparaciones son odiosas, pero las personas, a veces sin darnos cuenta, nos pasamos la vida comparando). 

Adelantando que la autora de este libro firma aquí su primer trabajo (no es una consagrada ni protegida), la impresión que me llevo es que no encuentro un solo estorbo o traspié en su literatura, no hay peros. Al respecto, llevo algunas lecturas anteriores entre confuso y desorientado porque no sé si la forma de escribir ha cambiado y ahora se permite que ésta sea mucho más “flexible”, y que es “académico” que un texto salga a la calle sin un decálogo concreto cuya ausencia trate de la causa por la que el autor mete a calzos y a bombazos la información y allá el lector que se las apañe.

Esto, aquí, no ocurre. El texto de Concepción suena a literatura de la vieja escuela, con todo en su sitio y a su normal cadencia. Da placer encontrar la correcta diferencia en los puntos y coma con los dos puntos, usados en la discreción oportuna, y la ausencia innecesaria de florituras para sacar brillo al orgullo del autor, de esas triquiñuelas de viejo dinosaurio que algunos desempolvan del baúl de los recuerdos, hablo de esas palabrejas añejas y resucitadas forzosamente del olvido, para tratar de revalorizar un texto que, al fin y al cabo, no es tan profundo ni pensado como parece. Y es que este post no existiría si todos los textos de mercado siguieran estas mismas pautas (de Perea), si todo autor de renombre desmoralizase a los aspirantes al oficio con textos incontestables y maduros, finitos y soberbios. Sin embargo, eso no ocurre. Para mi sorpresa, grandes vacas sagradas de la letra tropiezan como esta autora ¿desconocida? no hace. Aquí andamos el libro sin darnos cuenta, aparece el ingenio y la espontaneidad, perderse una página es perderse algo que deberías haber leído, y tenemos la impresión de que esta persona no ha escrito tanto para los demás como para ella, para pasarlo bien haciéndolo, sin nada que demostrar y, ya lo he dicho, con el texto en su justa medida. Diríase que por algo tiene un máster en creación literaria, pero este punto ahora mismo sobra porque gente con más acreditación (premios literarios y carreras de filología hispánica) decepcionan al lector con verdaderos frangollos escritos (en el modo, no en el fondo).

¿Qué es lo que pasa? ¿Por qué hay textos “flacos” en España, cuna de esta lengua? ¿Cómo se eligen los grandes mentores del oficio, si no es a través de sus páginas? ¿Somos (son) sinceros (autocríticos) a la hora de avituallar los escaparates y estanterías de los libreros?

Bueno y, para añadir alguna pregunta más, ¿de qué va esta pre-loquesea que éste se ha sacado de la manga? Vaya tío conflictivo... Pues… creé este blog para hablar de literatura a todos los niveles. Todos sus asuntos. Y me choca encontrar un escritor primerizo a nivel de sabedor, y a sabedores a niveles inferiores a lo esperado. Los lectores también tenemos cierto bagaje literario y que nadie olvide, consagrados incluidos, que nuestra actividad (o, por ende, inactividad) es un activo efervescente dentro de, si no de la creación literaria, sí de su evolución y de su futuro. Como mínimo, citar el maremagno de algunos entendidos en la materia que las comas no tienen un uso tan caprichoso como parece; si están ahí, es para dar significado al texto y para moderar al lector, a menudo para darnos un respiro y ordenar la información que recibimos. Otras normas habituales (puntos y comas, y dos puntos) exigen un uso adecuado para que no nos atragantemos, y que verbos y aclaraciones deben caminar de uno a otro lado de la frase para que leer se nos deslice en los ojos, para que el texto se diluya ante nuestra mirada con la misma soltura con la que oímos nuestra canción favorita. 

Cierto que la literatura es un inmenso lago inexplorado (y seguramente inexplorable), pero ojo, lector, que no nos den gato por liebre y que llegue adonde debe llegar el verdadero escritor de fondo.

Con relación a Taller Literario (este blog) y atendiendo a que en algún email alguien (quizá más que confundido) me ha comentado que qué pena no poder participar de ¿las clases de literatura de este taller? (y aquí es cuando me muero de vergüenza porque no espero tanto), cito que hay libros con los que aprenderemos a escribir (sí, yo también), y libros con los que aprenderemos a hacer embrollos. Éste, La corte de los espejos, es un buen ejemplar para eso mismo, para aprender a escribir.

miércoles, 8 de abril de 2015

Taller Literario nº 16 Corregir un texto. Mi color favorito es verte, finalista del Premio Planeta.




Ya justifiqué en un post anterior por qué puntualizar o ¿corregir? (sugerir) algunos detalles de un primer capítulo de algún libro “célebre”, de algún escritor debidamente asentado en su oficio… y, si es posible, de un material de calle y mercado ya acreditado por las más altas instancias del orbe literario de nuestra lengua.

¿Más razones que aquéllas…? Pues, tal vez, asegurarnos de que quienes nos culturizan a todos no tropiezan en alguna parte de su gran cometido. Quizá, tomar conciencia de que el inconformismo en el primer gen evolutivo a la hora de prosperar. No está bien que nos dediquemos a consumir ciegamente lo que proponen los que proponen, aceptarlo todo solo por el rango que ostentan y que no seamos capaces de apuntillar lo que, aún a niveles de consumidor, no nos convence. Así pues, se considere esta “blasfemia” algo así como una extraña crítica literaria, o se haga como un ejercicio literario, seguro que, analizando un texto de primera división, todos (el primero yo) aprendemos un poquito más de esta indomable materia.

Lógicamente, a estos niveles ya no existen las faltas de ortografía (ésas me las puedo permitir yo y la gran mayoría de los lectores de la red). Buscamos otra cosa. Ni siquiera errores de imprenta. Eso sería absurdo.

Buscamos lo intencionado, lo que se da por bueno entre los sabios de verdad. Buscamos para aprender a escribir un poco mejor, aquello que “tropieza” o dificulta en alguna manera la fluidez de un texto, y nos lo permitimos porque los lectores somos una materia viva y activa del proceso literario en la parte que nos toca; nuestros gustos hacen evolucionar lo escrito, y lo escrito sobrevive gracias al lector. Dicho esto, es imperante que el lector no baje su nivel de exigencia, porque entonces estaremos entrando en la espiral de la decadencia.

Hoy nos toca el primer capítulo de todo un finalista para el Premio Planeta (edición 2014), Mi color favorito es verte, de Pilar Eyre.

Vamos allá.



Página 7.

Ah, ¿prefieren aquí? Quizá les entre un poco de aire, hoy sopla de levante, les voy a cerrar la ventana…



Mejorado:

Ah, ¿prefieren aquí? Quizá les entre un poco de aire. Hoy sopla de levante. Les voy a cerrar la ventana.





Página 8

Vendía mucho, muchísimo. Tanto que con los royalties de mi antepenúltimo libro me he comprado una casa en Llafranc con un inmenso jardín con pinos, rosales…



Mejorado:

Vendía mucho, muchísimo. Tanto, que con los royalties de mi antepenúltimo libro me he comprado una casa en Llafranc con un inmenso jardín con pinos, rosales…





Página 9

…que no ha podido venir porque se ha quedado en cada cuidando de nuestros trillizos, producto de nuestra inagotable actividad conyugal, ¡es una admiradora suya!



Mejorado:

…que no ha podido venir porque se ha quedado en cada cuidando de nuestros trillizos, producto de nuestra inagotable actividad conyugal. ¡Es una admiradora suya!





Página 9

A ver, entendámonos. No soy ningún monstruo. Soy alta, delgada, ciertas especialidades médicas han conseguido que no tenga arrugas, hago gimnasia y me gasto mucho dinero en ropa. Pero sé que no soy Scarlett Johansson (…). Y además tengo cincuenta y siete años. Ligo, ¡demonios si ligo!



Mejorado:

A ver, entendámonos; no soy ningún monstruo. Soy alta, delgada, ciertas especialidades médicas han conseguido que no tenga arrugas, hago gimnasia y me gasto mucho dinero en ropa. Sé que no soy Scarlett Johansson (…) y además tengo cincuenta y siete años… pero ligo, ¡demonios si ligo!

        



Página 10

Pero una pieza como ese hombre alto nunca había caído en mis redes, ay ese hombre alto:



Mejorado:

Pero una pieza como ese hombre alto nunca había caído en mis redes. ¡Ay, ese hombre alto!





Página 10

…pagar una segunda botella que casi con seguridad me iba a beber yo entera.



Mejorado:

…pagar una segunda botella que, casi con toda seguridad, me iba a beber yo sola.





Página 11

E hice lo que más odio en el mundo. Brindar en su dirección, …



Mejorado:

E hice lo que más odio en el mundo: brindar en su dirección, …





Página 12

…con una fila de camareros ociosos apoyados en la barra observándome, con José María, el dueño del local, detenido en el momento en que cobraba…



Mejorado:

…con una fila de camareros ociosos apoyados en la barra, observándome, y con José María, el dueño del local, detenido en el momento en que cobraba…





Página 13

Cojo una (piedra) y le paso la lengua, está salada, tersa y fría como el hombro de Sébastien.



Mejorado:

Cojo una y le paso la lengua; está salada, tersa y fría como el hombro de Sébastien.





Página 13

Saco mis pinturas de guerra del bolso: repaso la raya del ojo, un poco de colorete y brillo en los labios.



Mejorado:

Saco mis pinturas de guerra del bolso; repaso la raya del ojo, un poco de colorete y brillo en los labios.

NOTA: ¿Por qué cambiarlo por punto y coma? Pues… porque repasar la raya del ojo, un poco de colorete y el brillo de los labios se describen como acciones a través de las pinturas de guerra, no como las pinturas de guerra en sí.



                                                                                                 

Página 17

Pero pronto me arrepiento de este exabrupto, esa maldita niña quizás algún día será mi hijastra…



Mejorado:

Pero pronto me arrepiento de este exabrupto; esa maldita niña quizás algún día será mi hijastra…





Página 18

…lo único que lee son libros de economía e informática en inglés.



Mejorado:

…lo único que lee son libros de economía e informática, en inglés.





Página 19

Claro que no, me encanta oírte, espera que salgo fuera.



Mejorado:

Claro que no. Me encanta oírte. Espera, que salgo fuera.





Página 21

Ya las recibirás por correo, las liquidaciones, digo, pero verás una caída brutal de ventas, de todo el sector, eh, no solo de tus libros… Pero que este año no te esperes grandes alegrías, nos han devuelto paquetes enteros sin abrir…



Mejorado:

Ya las recibirás por correo. Las liquidaciones, digo… pero verás una caída brutal de ventas. De todo el sector, eh, no solo de tus libros. …Así que este año no te esperes grandes alegrías; nos han devuelto paquetes enteros sin abrir.





Página 21

…me visualizo bajando ventas y convirtiéndome en una escritora minoritaria como Camila, pero a mí no me cantarán los Vargas Llosa ni los Gpytisolo, mis libros terminarán siendo destruidos por no caber en los…



Mejorado:

…me visualizo bajando ventas y convirtiéndome en una escritora minoritaria como Camila… pero a mí no me cantarán los Vargas Llosa ni los Gpytisolo; mis libros terminarán siendo destruidos por no caber en los…





Página 22

Un perro suelto de raza fox terrier como el Milú de Tintín viene a olerme…



Mejorado:

Un perro suelto de raza fox terrier, como el Milú de Tintín, viene a olerme…





Página 24

…los que vamos a estar muertos somos nosotros, yo cierro la editorial y nos vamos los dos a la mierda.



Mejorado:

…los que vamos a estar muertos somos nosotros; yo cierro la editorial y nos vamos los dos a la mierda.





Página 24

Porque de repente se borró mi editor de mi mente, …



Mejorado:

Porque, de repente, mi editor se borró de mi mente, …





Y esto es todo, por decirlo de alguna manera. Es poco, pero mucho si tenemos en cuenta la acreditación que tiene el volumen.

En general, el texto se antoja algo revuelto y borrascoso, y no hay una convicción clara de dónde deberían ir las comas y los puntos, qué frases deberían pertenecer o no a cada oración. La sensación que tengo al leer este libro es la de estar leyendo a un autor de Amazon (ojo, yo soy uno de ellos) al que todavía le hace falta rodaje expresivo, una persona que sabe lo que quiere llegar a contar pero que no encuentra una vía ordenada de hacerlo. Para ser el segundo mejor trabajo enviado a concurso del más prestigioso premio literario de nuestra lengua, el resultado es confuso y quizá poco cuidado. Desconozco los criterios que utiliza el premio para evaluar las virtudes de cada texto, pero un usuario de a pie no debería poder puntualizar lo que debería ser incontestable.

Finalmente, citar que en este post estamos evaluando solo los peros a la hora dar fluidez y formalidad a un texto y que cabe destacar el ingenio, el humor y los bonitos recursos que despliega la autora.

lunes, 30 de marzo de 2015

Taller Literario nº 15 Un gran éxito ¿editorial? Ambiciones y reflexiones, de Belén Esteban





Este artículo está escrito con todos los prejuicios sociales imaginables, puesto que voy a especular simple y llanamente con lo que a muchos nos espina con relación al tremendo éxito de ventas de un libro llamado Ambiciones y reflexiones, “de” Belén Esteban.

Y no lo he leído (no descarto ojearlo) y puede parecer un poco injusto hablar de un texto del que solo conoces la portada y sus antecedentes, pero es obvio que se trata de un producto singular en un medio singularmente contrapuesto a los talentos que muchos prejuiciosos (sin ánimo de ofender y cada cual a sus virtudes) pensamos puedan estar correlacionados con la princesa del pueblo.

No lo he leído, repito, pero, según dicen algunas fuentes, más allá de lo confirmado en el prólogo, las malas lenguas aseveran que cuenta en toda su extensión con la pluma ya acreditada de Boris Izaguirre… lo que podría suponer que, fuera ya de si de este ejemplar pueda o no sacarse algo que valga la pena, al menos no encontraremos en él una literatura a nivel de un Gran Hermano VIP. Y, de todos modos, aunque este verdadero escritor no estuviera entre líneas en este trabajo, imaginamos que cualquier otro negro podría suplir satisfactoriamente a la verdadera Esteban visto lo visto en su capacidad de lidia con un teclado, y, sin entrar en más detalles, para con, como mínimo, pormenores de la talla de los plazos de entrega a la editorial.

En la primera cuestión que me nace a la hora de enfrentar este verdadero éxito editorial (se habla de cien mil ejemplares despachados en el primer mes), me cunde la rasquiña de perderme a la hora de calificar qué clase de mercado tenemos. De pensar así, surge siempre la duda de si España va para alguna parte, ahora que, culturalmente hablando, estamos más que nutridos de noticias netamente pesimistas al respecto, como las de esos aspirantes a profesores de primaria que no aprueban unas oposiciones de risa, o la verdadera escasez de ventas de libros. Y Belén Esteban, y su título, no son la excepción que confirma la regla. Ni mucho menos. Hay que saber analizar la situación. Puede que los sabedores de lo escrito y las vacas sagradas del texto en español crean que este tipo de goles de mercado, donde un temario a priori poco cultural hace estragos, supone que esto va para atrás. Sin embargo, es obvio que es más que probable que la gran mayoría esas cien mil ventas no se correspondan con personas que habitualmente compran un libro. Con perdón (y mil perdones más porque hablamos de un tema delicado que puede malinterpretarse), seguramente este fenómeno debe medirse con una vara distinta a la del pesimismo y aceptar que Belén Esteban y su libro es algo bueno en el ámbito social que aparentemente combatimos los que pensamos que cultura es algo distinto a lo que puede ofrecer la telebasura. Por un lado puede que su existencia y latencia en las librerías, hablo del libro, pueda parecer un sacrilegio, pero, por el otro, qué duda cabe que bienvenido sea si consigue que cien mil personas habitualmente alejadas de las publicaciones sin imágenes gráficas (aunque esto siga siendo leer chismes) se enganchen de alguna manera a leer un texto que no se corresponde con una tirada semanal.

¿Quién sabe…? …Es un poco optimista pensar que, de Ambiciones y reflexiones, la gente se pase a Platero y yo. Sin embargo, algo es algo. El mundo editorial debería congratularse si con esto se consigue que apenas un uno por ciento de los lectores de Belén Esteban se quede con ganas de conocer algo más del mundo escrito. Es… algo así como el primer libro para un niño: si el chaval se engancha, quizá se enganche de por vida. …Ya sabíamos de antemano que a saber hasta qué punto el compromiso cultural está directamente supeditado a las normas del mercado. Es más, a las normas del mercado de entretenimiento, o del mercado de la des-cultura. Y esto no es un soplo de aire fresco ni nada parecido, ni va a revolucionar el mercado editorial, y seguramente supone una intromisión que quizá perjudica la imagen del lector tipo español. Es, económicamente, apenas un extra paralelo a las ventas realmente culturales que, de paso, en España siguen siendo realmente bajas saque no saque al mercado su libro alguien tan alejado de la profesión de escritor.

Algún talento tendrá esta mujer. Todo el mundo lo tiene. Se le burlen o no por lo que hace o por lo que no hace, ha sabido jugar sus cartas para solidificar el humo de su vida privada y venderlo a peso, que es más o menos lo que hacen los que escriben, legítimamente, su propia biografía. Está claro que cada cual tiene su público, y que algunos nichos de ese público no están reñidos con otros. Esto duele y preocupa por lo económico y por la hazaña, pero sería un ataque de inmadurez que un escritor cualquiera envidie lo que no es un pulso directo a sus virtudes. Aunque pise territorio ajeno, este libro existe al margen de todos los demás.

Y esto no es una burla y un linchamiento. Zapatero a tus zapatos, y ya tenemos sabido que el éxito de Belén se basa en la tragicomedia, que su rendimiento bebe de ciertas dosis de la comicidad que despierta en un público que ni la toma ni la deja de tomar en serio, y que del escándalo y la excentricidad comen los personajes de la farándula nacional que no tienen más oficio que el de entretener ratos, aunque nunca se aprenda nada. Por ello, posiblemente de Ambiciones y reflexiones no se saque mucho más que aquello que siempre ha podido sacarse de ciertos programas de televisión. Cuando no, será un título que coja polvo en la estantería de casa pero haya supuesto un regalo divertido y ameno para momentos puntuales (como esas teticas andantes y de cuerda del sexshop).

 Tanto así, sabiendo de dónde viene y para adónde va, cuanta más polémica genere este título, mejor le irá. Y que nadie se sienta ridiculizado, sobretodo los autores noveles y sin nada en la calle, que Belén no ha venido para quedarse. Es casual y finito, como todo lo que vende esta actualidad de conflictos y rifirrafes de exclusiva, la mayoría magnificados a conciencia. Hablamos de un mundo paralelo, y, ¿quién sabe? quizá en uno de esos mundos paralelos, nuestra querida Belén escriba “el Harry Potter”… pero, cierto es y antes de pisotear el trabajo de nadie, recordemos las grandes pifias que todos los que escribimos sonsacamos de nuestras sienes de horas bajas, las mismas ideas y epopeyas que se estrellan contra un público inmisericorde que, a sabiendas que pone sus pocos recursos a las voluntades de nuestras letras, se corrompen a degüello en nuestra contra con esos libros que no vale la pena leer. Porque seguro, seguro, Ambiciones y reflexiones tiene una virtud primaria de la que carecen todas nuestras tentativas, que no es otra cosa que ofrecer a sus lectores y lectoras precisamente aquello que éstos y éstas buscan entre sus páginas.

miércoles, 25 de marzo de 2015

Taller Literario nº 14 Corregir un texto (Morir bajo tu cielo, de Juan Manuel de Prada)



El otro día recibí una crítica algo ambigua sobre uno de mis artículos que, poco más o menos y palabra arriba palabra abajo, se podría resumir así: ¿va en serio lo de taller literario?
En fin, no sé si esa persona se refería a que no trasmito en condiciones mínimamente literarias, o que la temática que suelo elegir para mis escritos de blog se desvinculan de esta materia. Y, la verdad, como uno es un iluso, creo pensar que es más de lo segundo. Espero que sea eso…
Así pues, para meternos algo más en sustancia, me voy a atrever a intentar mejorar algunos aspectos de un texto ya de nivel profesional. Serán quienes lean este artículo los que sopesarán si vale la pena o no la corrección (o “mejora”) atendiendo a que soy un firme defensor de transmitir al lector siempre por el camino más corto y más fluido, en no sacar de la página a nuestros receptores con un embrollo innecesario y “muretes” en el devenir sintáctico de las oraciones.
Para justificarme un poco más en la creencia de que no existe el autor total (hasta García Márquez revisó Cien años de soledad en una tirada conmemorativa… o, al menos, eso decía la propaganda), declaro abiertamente que todo autor debería tener detrás un despiadado equipo humano capaz de destriparle el texto y de negociarle los detalles de la huella de su oficio.
Así pues, este miserable que no ha demostrado nada elige a un autor del que le encantan muchas de sus salidas, pero que, al mismo tiempo, parece que, como nos pasa a todos, podría… “negociarse”. Hablo de Juan Manuel de Prada (ya lo he citado alguna vez en mis artículos de amateur) y, para estar a la última de esta actualidad, precisamente del primer capítulo de su recién obra Morir bajo tu cielo.
Y anticipo que esto no es recibir a dentelladas el texto, ni meterse de lleno a capricho, sangre y fuego. Es un análisis casi casual y rutinario de algunos detalles que, sin prestar una atención absoluta, suenan un poco… “removibles”. Sobretodo, en este ejercicio es vital no cambiar ni un ápice el contenido, pero sí facilitar su asimilación a la persona que lo lee. Así logremos fluidez y claridad sin quitar ni un gramo de información.
Veamos…
Página 13. (Aquí empieza el primer capítulo)
Teodorico Novicio cerró por un instante los ojos, para espantar el merodeo de aquellos pensamientos, que no dejaban de rondarlo.
Mejorado:
Teodorico Novicio cerró por un instante los ojos para espantar el merodeo de aquellos pensamientos que no dejaban de rondarlo.
(Tan sencillo como quitar todas y cada una de las comas).
Página 15.
Aunque le gustaban mucho más las partidas de naipes y las peleas de gallos que las tenidas, Novicio había participado en ellas, siquiera remolonamente, durante varios años, por no disgustar a su primo Juan Luna…
Mejorado:
Aunque le gustaban mucho más las partidas de naipes y las peleas de gallos que las tenidas, durante varios años Novicio había participado en ellas, siquiera remolonamente, por no disgustar a su primo Juan Luna…
Página 19.
Sin embargo, para su sorpresa, su auditorio la aceptaba sin rechistar, como los niños aceptan la existencia de las hadas y los trasgos, incluso se enardecían y exaltaban mientras les evocaba ese imaginario…
Mejorado o desambiguación:
Sin embargo, para su sorpresa, su auditorio la aceptaba sin rechistar, como los niños aceptan la existencia de las hadas y los trasgos. Incluso, estos “críos” se enardecían y exaltaban mientras les evocaba ese imaginario…
NOTA: En la frase habla de su auditorio, no de los niños, que no se enardecen ni exaltan porque no existen en la convocatoria que se cita en el texto.
Página 20.
…mientras arrojaba su cuerpo muerto a una caldera de agua hirviente para después…
 Mejorado:
…mientras arrojaba su cuerpo muerto a una caldera de agua hirviendo para después…
NOTA: Espero no equivocarme (para eso estamos negociando una mejora), pero el “agua hirviente” suena más acorde a aguas que permanentemente tienen esa cualidad. Por ejemplo, las aguas hirvientes de una terma natural, o algo por el estilo. Quizá, el agua de la caldera está momentáneamente hirviente (no es una cualidad intrínseca constante) y no puede compararse con aguas pestilentes o aguas cristalinas, que sí tienen  una cualidad más longeva. Agua hirviendo suena más razonable, pues el agua no es “hirviente” por sí misma, sino mientras esté hirviendo en la caldera (menudo lío).
Página 20 y 21.
Algo semejante había experimentado la semana anterior, cuando por primera vez se decidió a visitar Baler, supuestamente para preparar el ataque a la guarnición militar y estudiar sus defensas, pero en realidad deseoso de volver a abrazar a sus familiares, después de tantos años de alejamiento, y de pasear sus calles, para recuperar las huellas extraviadas de la infancia.
Mejorado:
Algo semejante había experimentado la semana anterior, cuando, por primera vez, se decidió a visitar Baler supuestamente para preparar el ataque a la guarnición militar y estudiar sus defensas, pero, en realidad, deseoso de volver a abrazar a sus familiares, después de tantos años de alejamiento, y de pasear sus calles para recuperar las huellas extraviadas de la infancia.
Página 23.
Todavía algún balereño regresaba a casa, después de la jornada en el campo, aguijoneando en vano a su carabao, que iba rastrillando con los cuernos, cabizbajo, el camino, como si lo quisiera sembrar con sus legañas.
Mejorado:
Todavía algún balereño regresaba a casa, después de la jornada en el campo, aguijoneando en vano a su carabao que, cabizbajo, iba rastrillando con los cuernos el camino como si lo quisiera sembrar con sus legañas.
Página 30
Sus fieles respondieron jubilosamente, blandiendo los bolos, galvanizados por el ardor guerrero que les transmitían las vísceras del cálao, que habían devorado sin tomar aliento, atragantándose casi, y cuya sustancia ya se inmiscuía en su sangre, como un combustible preternatural.
Mejorado:
Sus fieles respondieron jubilosamente blandiendo los bolos, galvanizados por el ardor guerrero que les transmitían las vísceras del cálao que habían devorado sin tomar aliento, atragantándose casi, y cuya sustancia ya se inmiscuía en su sangre como un combustible preternatural.
Página 31.
Blandían los bolos de un modo muy escasamente guerrero, como si se dispusieran a cortar forraje; y algunos ni siquiera tenían bolo y se conformaban con enarbolar aperos de labranza, de utilidad más que dudosa.
Mejorado:
Blandían los bolos de un modo muy escasamente guerrero, como si se dispusieran a cortar forraje, y algunos ni siquiera tenían bolo y se conformaban con enarbolar aperos de labranza de utilidad más que dudosa.
Página 34.
Tensó el arco y apuntó al corazón del teniente, sabiendo que no le iba a disparar, salvo que hiciese algún movimiento brusco.
Mejorado:
Tensó el arco y apuntó al corazón del teniente, sabiendo que no le iba a disparar salvo que hiciese algún movimiento brusco.
Mejorado opción segunda:
Tensó el arco y apuntó al corazón del teniente sabiendo que no le iba a disparar… salvo que hiciese algún movimiento brusco.
NOTA: Con los puntos suspensivos añadimos incertidumbre.
Opinión personal:
Se cita un quinqué en plena noche que es un cónclave de polillas. Al citarse de nuevo no debería usarse otra vez que es un cónclave, sino que quizá es mejor referirse directamente a las polillas y citar al “enjambre”. Repetir el recurso lo desvirtúa.
Termino este análisis señalando el uso desproporcionado del punto y coma, que, si bien a veces está usado para enlazar conceptos razonablemente, en otras muchas (demasiadas) está ahí para conformar una barrera lectora incómoda y poco audaz que debería ser sustituida por una simple coma, el recurso primario de la lectura que facilita enormemente este tipo de cosas. O es un intento baldío de originalidad, o una obsesión que debería haber sido contenida, pues estropea el texto.
En otras frases, incomprensiblemente no se usa.
Un ejemplo:
Entonces sonó una voz milenaria, totémica, en la que se compendiaba todo su árbol genealógico, generaciones y generaciones de hombres mansos, caballerosos y honorables.
Mejorado o ¿negociado?:
Entonces sonó una voz milenaria, totémica, en la que se compendiaba todo su árbol genealógico; generaciones y generaciones de hombres mansos, caballerosos y honorables.
(¿Por qué? Pues… porque las generaciones y generaciones de hombres mansos, caballerosos y honorables, no son un añadido al árbol genealógico, sino parte de él. Espero que se entienda.)
Y esto es todo, resuelto muy por encima. Y sobretodo añadiendo que este autor tiene unos recursos geniales y una cultura bien ancha, grandes dosis de conocimiento de lo que hace… pero, en fin, todos somos humanos. Y por supuesto que me señalo a mí como el primero que necesita ayuda urgente en lo que hace y que, probablemente, seré justamente destripado cuando comparta todos mis textos, cosa que debo aceptar porque no soy yo quien está en juego, sino la cultura de todos, la misma que muchos grandes intelectos aseveran que escasea en la calle pero les sobra en sus textos.
Y sumo: al terminar este sencillo ejercicio algunos dirán “oye, dedícate a escribir lo tuyo y deja el texto ajeno…” pero, como reclamaba ese lector mío que criticó mi espacio, este es el supuesto “Taller Literario”, ¿no? Algo habrá que trabajar y no quiero que sean solos mis tejemanejes al teclado. Espero que a alguien le haya servido y me pueda justificar en el uso del material ajeno a tenor de que todo esto tenga sentido.