lunes, 30 de marzo de 2015

Taller Literario nº 15 Un gran éxito ¿editorial? Ambiciones y reflexiones, de Belén Esteban





Este artículo está escrito con todos los prejuicios sociales imaginables, puesto que voy a especular simple y llanamente con lo que a muchos nos espina con relación al tremendo éxito de ventas de un libro llamado Ambiciones y reflexiones, “de” Belén Esteban.

Y no lo he leído (no descarto ojearlo) y puede parecer un poco injusto hablar de un texto del que solo conoces la portada y sus antecedentes, pero es obvio que se trata de un producto singular en un medio singularmente contrapuesto a los talentos que muchos prejuiciosos (sin ánimo de ofender y cada cual a sus virtudes) pensamos puedan estar correlacionados con la princesa del pueblo.

No lo he leído, repito, pero, según dicen algunas fuentes, más allá de lo confirmado en el prólogo, las malas lenguas aseveran que cuenta en toda su extensión con la pluma ya acreditada de Boris Izaguirre… lo que podría suponer que, fuera ya de si de este ejemplar pueda o no sacarse algo que valga la pena, al menos no encontraremos en él una literatura a nivel de un Gran Hermano VIP. Y, de todos modos, aunque este verdadero escritor no estuviera entre líneas en este trabajo, imaginamos que cualquier otro negro podría suplir satisfactoriamente a la verdadera Esteban visto lo visto en su capacidad de lidia con un teclado, y, sin entrar en más detalles, para con, como mínimo, pormenores de la talla de los plazos de entrega a la editorial.

En la primera cuestión que me nace a la hora de enfrentar este verdadero éxito editorial (se habla de cien mil ejemplares despachados en el primer mes), me cunde la rasquiña de perderme a la hora de calificar qué clase de mercado tenemos. De pensar así, surge siempre la duda de si España va para alguna parte, ahora que, culturalmente hablando, estamos más que nutridos de noticias netamente pesimistas al respecto, como las de esos aspirantes a profesores de primaria que no aprueban unas oposiciones de risa, o la verdadera escasez de ventas de libros. Y Belén Esteban, y su título, no son la excepción que confirma la regla. Ni mucho menos. Hay que saber analizar la situación. Puede que los sabedores de lo escrito y las vacas sagradas del texto en español crean que este tipo de goles de mercado, donde un temario a priori poco cultural hace estragos, supone que esto va para atrás. Sin embargo, es obvio que es más que probable que la gran mayoría esas cien mil ventas no se correspondan con personas que habitualmente compran un libro. Con perdón (y mil perdones más porque hablamos de un tema delicado que puede malinterpretarse), seguramente este fenómeno debe medirse con una vara distinta a la del pesimismo y aceptar que Belén Esteban y su libro es algo bueno en el ámbito social que aparentemente combatimos los que pensamos que cultura es algo distinto a lo que puede ofrecer la telebasura. Por un lado puede que su existencia y latencia en las librerías, hablo del libro, pueda parecer un sacrilegio, pero, por el otro, qué duda cabe que bienvenido sea si consigue que cien mil personas habitualmente alejadas de las publicaciones sin imágenes gráficas (aunque esto siga siendo leer chismes) se enganchen de alguna manera a leer un texto que no se corresponde con una tirada semanal.

¿Quién sabe…? …Es un poco optimista pensar que, de Ambiciones y reflexiones, la gente se pase a Platero y yo. Sin embargo, algo es algo. El mundo editorial debería congratularse si con esto se consigue que apenas un uno por ciento de los lectores de Belén Esteban se quede con ganas de conocer algo más del mundo escrito. Es… algo así como el primer libro para un niño: si el chaval se engancha, quizá se enganche de por vida. …Ya sabíamos de antemano que a saber hasta qué punto el compromiso cultural está directamente supeditado a las normas del mercado. Es más, a las normas del mercado de entretenimiento, o del mercado de la des-cultura. Y esto no es un soplo de aire fresco ni nada parecido, ni va a revolucionar el mercado editorial, y seguramente supone una intromisión que quizá perjudica la imagen del lector tipo español. Es, económicamente, apenas un extra paralelo a las ventas realmente culturales que, de paso, en España siguen siendo realmente bajas saque no saque al mercado su libro alguien tan alejado de la profesión de escritor.

Algún talento tendrá esta mujer. Todo el mundo lo tiene. Se le burlen o no por lo que hace o por lo que no hace, ha sabido jugar sus cartas para solidificar el humo de su vida privada y venderlo a peso, que es más o menos lo que hacen los que escriben, legítimamente, su propia biografía. Está claro que cada cual tiene su público, y que algunos nichos de ese público no están reñidos con otros. Esto duele y preocupa por lo económico y por la hazaña, pero sería un ataque de inmadurez que un escritor cualquiera envidie lo que no es un pulso directo a sus virtudes. Aunque pise territorio ajeno, este libro existe al margen de todos los demás.

Y esto no es una burla y un linchamiento. Zapatero a tus zapatos, y ya tenemos sabido que el éxito de Belén se basa en la tragicomedia, que su rendimiento bebe de ciertas dosis de la comicidad que despierta en un público que ni la toma ni la deja de tomar en serio, y que del escándalo y la excentricidad comen los personajes de la farándula nacional que no tienen más oficio que el de entretener ratos, aunque nunca se aprenda nada. Por ello, posiblemente de Ambiciones y reflexiones no se saque mucho más que aquello que siempre ha podido sacarse de ciertos programas de televisión. Cuando no, será un título que coja polvo en la estantería de casa pero haya supuesto un regalo divertido y ameno para momentos puntuales (como esas teticas andantes y de cuerda del sexshop).

 Tanto así, sabiendo de dónde viene y para adónde va, cuanta más polémica genere este título, mejor le irá. Y que nadie se sienta ridiculizado, sobretodo los autores noveles y sin nada en la calle, que Belén no ha venido para quedarse. Es casual y finito, como todo lo que vende esta actualidad de conflictos y rifirrafes de exclusiva, la mayoría magnificados a conciencia. Hablamos de un mundo paralelo, y, ¿quién sabe? quizá en uno de esos mundos paralelos, nuestra querida Belén escriba “el Harry Potter”… pero, cierto es y antes de pisotear el trabajo de nadie, recordemos las grandes pifias que todos los que escribimos sonsacamos de nuestras sienes de horas bajas, las mismas ideas y epopeyas que se estrellan contra un público inmisericorde que, a sabiendas que pone sus pocos recursos a las voluntades de nuestras letras, se corrompen a degüello en nuestra contra con esos libros que no vale la pena leer. Porque seguro, seguro, Ambiciones y reflexiones tiene una virtud primaria de la que carecen todas nuestras tentativas, que no es otra cosa que ofrecer a sus lectores y lectoras precisamente aquello que éstos y éstas buscan entre sus páginas.

miércoles, 25 de marzo de 2015

Taller Literario nº 14 Corregir un texto (Morir bajo tu cielo, de Juan Manuel de Prada)



El otro día recibí una crítica algo ambigua sobre uno de mis artículos que, poco más o menos y palabra arriba palabra abajo, se podría resumir así: ¿va en serio lo de taller literario?
En fin, no sé si esa persona se refería a que no trasmito en condiciones mínimamente literarias, o que la temática que suelo elegir para mis escritos de blog se desvinculan de esta materia. Y, la verdad, como uno es un iluso, creo pensar que es más de lo segundo. Espero que sea eso…
Así pues, para meternos algo más en sustancia, me voy a atrever a intentar mejorar algunos aspectos de un texto ya de nivel profesional. Serán quienes lean este artículo los que sopesarán si vale la pena o no la corrección (o “mejora”) atendiendo a que soy un firme defensor de transmitir al lector siempre por el camino más corto y más fluido, en no sacar de la página a nuestros receptores con un embrollo innecesario y “muretes” en el devenir sintáctico de las oraciones.
Para justificarme un poco más en la creencia de que no existe el autor total (hasta García Márquez revisó Cien años de soledad en una tirada conmemorativa… o, al menos, eso decía la propaganda), declaro abiertamente que todo autor debería tener detrás un despiadado equipo humano capaz de destriparle el texto y de negociarle los detalles de la huella de su oficio.
Así pues, este miserable que no ha demostrado nada elige a un autor del que le encantan muchas de sus salidas, pero que, al mismo tiempo, parece que, como nos pasa a todos, podría… “negociarse”. Hablo de Juan Manuel de Prada (ya lo he citado alguna vez en mis artículos de amateur) y, para estar a la última de esta actualidad, precisamente del primer capítulo de su recién obra Morir bajo tu cielo.
Y anticipo que esto no es recibir a dentelladas el texto, ni meterse de lleno a capricho, sangre y fuego. Es un análisis casi casual y rutinario de algunos detalles que, sin prestar una atención absoluta, suenan un poco… “removibles”. Sobretodo, en este ejercicio es vital no cambiar ni un ápice el contenido, pero sí facilitar su asimilación a la persona que lo lee. Así logremos fluidez y claridad sin quitar ni un gramo de información.
Veamos…
Página 13. (Aquí empieza el primer capítulo)
Teodorico Novicio cerró por un instante los ojos, para espantar el merodeo de aquellos pensamientos, que no dejaban de rondarlo.
Mejorado:
Teodorico Novicio cerró por un instante los ojos para espantar el merodeo de aquellos pensamientos que no dejaban de rondarlo.
(Tan sencillo como quitar todas y cada una de las comas).
Página 15.
Aunque le gustaban mucho más las partidas de naipes y las peleas de gallos que las tenidas, Novicio había participado en ellas, siquiera remolonamente, durante varios años, por no disgustar a su primo Juan Luna…
Mejorado:
Aunque le gustaban mucho más las partidas de naipes y las peleas de gallos que las tenidas, durante varios años Novicio había participado en ellas, siquiera remolonamente, por no disgustar a su primo Juan Luna…
Página 19.
Sin embargo, para su sorpresa, su auditorio la aceptaba sin rechistar, como los niños aceptan la existencia de las hadas y los trasgos, incluso se enardecían y exaltaban mientras les evocaba ese imaginario…
Mejorado o desambiguación:
Sin embargo, para su sorpresa, su auditorio la aceptaba sin rechistar, como los niños aceptan la existencia de las hadas y los trasgos. Incluso, estos “críos” se enardecían y exaltaban mientras les evocaba ese imaginario…
NOTA: En la frase habla de su auditorio, no de los niños, que no se enardecen ni exaltan porque no existen en la convocatoria que se cita en el texto.
Página 20.
…mientras arrojaba su cuerpo muerto a una caldera de agua hirviente para después…
 Mejorado:
…mientras arrojaba su cuerpo muerto a una caldera de agua hirviendo para después…
NOTA: Espero no equivocarme (para eso estamos negociando una mejora), pero el “agua hirviente” suena más acorde a aguas que permanentemente tienen esa cualidad. Por ejemplo, las aguas hirvientes de una terma natural, o algo por el estilo. Quizá, el agua de la caldera está momentáneamente hirviente (no es una cualidad intrínseca constante) y no puede compararse con aguas pestilentes o aguas cristalinas, que sí tienen  una cualidad más longeva. Agua hirviendo suena más razonable, pues el agua no es “hirviente” por sí misma, sino mientras esté hirviendo en la caldera (menudo lío).
Página 20 y 21.
Algo semejante había experimentado la semana anterior, cuando por primera vez se decidió a visitar Baler, supuestamente para preparar el ataque a la guarnición militar y estudiar sus defensas, pero en realidad deseoso de volver a abrazar a sus familiares, después de tantos años de alejamiento, y de pasear sus calles, para recuperar las huellas extraviadas de la infancia.
Mejorado:
Algo semejante había experimentado la semana anterior, cuando, por primera vez, se decidió a visitar Baler supuestamente para preparar el ataque a la guarnición militar y estudiar sus defensas, pero, en realidad, deseoso de volver a abrazar a sus familiares, después de tantos años de alejamiento, y de pasear sus calles para recuperar las huellas extraviadas de la infancia.
Página 23.
Todavía algún balereño regresaba a casa, después de la jornada en el campo, aguijoneando en vano a su carabao, que iba rastrillando con los cuernos, cabizbajo, el camino, como si lo quisiera sembrar con sus legañas.
Mejorado:
Todavía algún balereño regresaba a casa, después de la jornada en el campo, aguijoneando en vano a su carabao que, cabizbajo, iba rastrillando con los cuernos el camino como si lo quisiera sembrar con sus legañas.
Página 30
Sus fieles respondieron jubilosamente, blandiendo los bolos, galvanizados por el ardor guerrero que les transmitían las vísceras del cálao, que habían devorado sin tomar aliento, atragantándose casi, y cuya sustancia ya se inmiscuía en su sangre, como un combustible preternatural.
Mejorado:
Sus fieles respondieron jubilosamente blandiendo los bolos, galvanizados por el ardor guerrero que les transmitían las vísceras del cálao que habían devorado sin tomar aliento, atragantándose casi, y cuya sustancia ya se inmiscuía en su sangre como un combustible preternatural.
Página 31.
Blandían los bolos de un modo muy escasamente guerrero, como si se dispusieran a cortar forraje; y algunos ni siquiera tenían bolo y se conformaban con enarbolar aperos de labranza, de utilidad más que dudosa.
Mejorado:
Blandían los bolos de un modo muy escasamente guerrero, como si se dispusieran a cortar forraje, y algunos ni siquiera tenían bolo y se conformaban con enarbolar aperos de labranza de utilidad más que dudosa.
Página 34.
Tensó el arco y apuntó al corazón del teniente, sabiendo que no le iba a disparar, salvo que hiciese algún movimiento brusco.
Mejorado:
Tensó el arco y apuntó al corazón del teniente, sabiendo que no le iba a disparar salvo que hiciese algún movimiento brusco.
Mejorado opción segunda:
Tensó el arco y apuntó al corazón del teniente sabiendo que no le iba a disparar… salvo que hiciese algún movimiento brusco.
NOTA: Con los puntos suspensivos añadimos incertidumbre.
Opinión personal:
Se cita un quinqué en plena noche que es un cónclave de polillas. Al citarse de nuevo no debería usarse otra vez que es un cónclave, sino que quizá es mejor referirse directamente a las polillas y citar al “enjambre”. Repetir el recurso lo desvirtúa.
Termino este análisis señalando el uso desproporcionado del punto y coma, que, si bien a veces está usado para enlazar conceptos razonablemente, en otras muchas (demasiadas) está ahí para conformar una barrera lectora incómoda y poco audaz que debería ser sustituida por una simple coma, el recurso primario de la lectura que facilita enormemente este tipo de cosas. O es un intento baldío de originalidad, o una obsesión que debería haber sido contenida, pues estropea el texto.
En otras frases, incomprensiblemente no se usa.
Un ejemplo:
Entonces sonó una voz milenaria, totémica, en la que se compendiaba todo su árbol genealógico, generaciones y generaciones de hombres mansos, caballerosos y honorables.
Mejorado o ¿negociado?:
Entonces sonó una voz milenaria, totémica, en la que se compendiaba todo su árbol genealógico; generaciones y generaciones de hombres mansos, caballerosos y honorables.
(¿Por qué? Pues… porque las generaciones y generaciones de hombres mansos, caballerosos y honorables, no son un añadido al árbol genealógico, sino parte de él. Espero que se entienda.)
Y esto es todo, resuelto muy por encima. Y sobretodo añadiendo que este autor tiene unos recursos geniales y una cultura bien ancha, grandes dosis de conocimiento de lo que hace… pero, en fin, todos somos humanos. Y por supuesto que me señalo a mí como el primero que necesita ayuda urgente en lo que hace y que, probablemente, seré justamente destripado cuando comparta todos mis textos, cosa que debo aceptar porque no soy yo quien está en juego, sino la cultura de todos, la misma que muchos grandes intelectos aseveran que escasea en la calle pero les sobra en sus textos.
Y sumo: al terminar este sencillo ejercicio algunos dirán “oye, dedícate a escribir lo tuyo y deja el texto ajeno…” pero, como reclamaba ese lector mío que criticó mi espacio, este es el supuesto “Taller Literario”, ¿no? Algo habrá que trabajar y no quiero que sean solos mis tejemanejes al teclado. Espero que a alguien le haya servido y me pueda justificar en el uso del material ajeno a tenor de que todo esto tenga sentido.

miércoles, 4 de marzo de 2015

Taller Literario nº 13 El Gran Hermano de la cultura


En estos días, vía telediario, hemos visto completamente sorprendidos e indignados a un verdadero imbécil “gastándole una broma” a una mujer que esperaba el autobús (o cruzar un paso de cebra) dándole una verdadera patada traicionera a sus tobillos para verla caer. Evidentemente, un compinche igual de idiota que él lo grababa todo con su móvil y, de ahí, a “la gran pantalla”, al estrellato o a esa fama de los incoherentes e inútiles de esta sociedad que tienen que llegar a ser algo con este tipo de absurdos porque, de lo contrario, ni siquiera sus madres se acordarían de ellos.

Se nota que estoy indignado…

Vayamos por partes, para que el artículo no se me vaya de las manos. Ya sabemos que Youtube y las redes sociales han revitalizado o dado sentido a un sinfín de desesperanzados que buscan notoriedad haciendo el bobo en sus vídeos. Algunos se pegan fuego, otros se rompen la crisma en sus piruetas, los hay que graban a sus hijos pasándolo mal y quienes, lamentablemente, se dedican a hacer daño a desconocidos para tener algo “artístico” que enseñar a la plebe. Sí, como en un circo romano.

¿Por qué?

En fin, ante todo hay que explicar que somos seres sociales (o “sociales”, que se entiende mejor) y este tipo de comportamientos, aunque parezca mentira, no solo abarca este delirio cinematográfico de poca catadura moral, sino que inspira y promueve toda clase de expresiones humanas cara a sentirnos algo dentro de nuestro grupo. Es decir, habrá quien se promueva vista a los demás con el ansia de sentirse no solo observado, existente, sino además hasta idolatrado. Cara a esto, quien pueda ofrecer algo que valga la pena, bien recibido sea. Lamentablemente, también hay quien no tiene nada que aportar y debe hacerse conocer, llenar su vida, haciéndose eco a los demás con travesuras y hasta crímenes.

Dejando claro de forma definitiva que esto de los vídeos basura no tiene nada que ver con la cultura salvo en la esencia de esa ansiedad en hacerse saber en la sociedad, culturalmente hablando y ya para con todas las manifestaciones posibles de la cultura, identifico ya mismo el fenómeno del Gran Hermano, ese observador indefinido e indefinible que hará juicio de todo cuando hayamos hecho, de todo cuanto hayamos dejado como constancia. Suena delirante, pero es cierto. Lo anticipa el pintor, sobre quiénes verán y enjuiciarán su cuadro. Lo aguarda el escultor, con sus obras, el director de cine, el actor… y, en fin, sería absurdo poner más ejemplos porque ya sabemos de qué va esto. En lo que me concierne, el autor escrito también tiene pensado y sabido de ese observador inquietante e imposible de definir porque ya sospecha que todo cuanto vaya a añadir a la porción de cultura que le toca va a quedar sujeto al juicio de quienes lo “observen” (de quienes lo “consuman”). De ahí lo de Gran Hermano; no sabemos si, dentro de mil años, alguien que no llegaremos a conocer será el receptor de nuestro trabajo, y si por él seremos ridiculizados, adorados, temidos, soñados… respetados o rechazados. Y ya nos empequeñecemos delante de una cámara de fotos, y sobretodo del teleobjetivo del camarógrafo de nuestra cadena de televisión local, como para no reconocer que tememos y adoramos al mismo tiempo lo que hay detrás del subterfugio donde moran nuestros futuros jueces.

Y ese Gran Hermano lo abarca todo, a todos. Incluso, gran parte de ese “observador enmascarado” es inventiva nuestra. Más de la mitad de lo que especulemos sobre él, no existe. Para que nos entendamos, hablo del mismo Gran Hermano que imaginan los que andan la calle con pintas estrafalarias creyendo que están siendo la bomba. Y aún tiene, ese observador omnipresente, más poder del que podamos imaginar, y seguramente del que realmente tiene, porque soy testigo de presentadores de televisión verdaderamente infumables en su vida cotidiana (hablo de mal humor y prepotencia) que luego se desviven en su programa de simpatías y florituras de happy-boy que solo tienen el fin de alcanzar la admiración de su Gran Hermano particular, a fin de cuentas, a favor de quien necesita de todos los demás más de lo que los demás necesitan de él.

…Ya imaginamos la ingente cantidad de variables posibles para con los receptores del contenido de nuestras obras. Nacionalidades, culturas, personalidades… Es impredecible. Y, para algunos, realmente agotador, para esos ilusos que crean que pueden llegar a contentar a todos sus fantasmas. Es un poco ley de vida. Hacemos, y esperamos la respuesta. Ya seas un mierda de videos basura o un gran escritor, la incertidumbre de tus observadores está ahí, observándote.

…A saber si Dios escribió La Biblia con esas aspiraciones e inquietudes, con esas ganas de saberse sabido y amado… y, cuando no le hicieron mucho caso, tuvo que darle a los tobillos de alguien para que nos acordemos de que todavía puede haber un mundo mejor.