lunes, 21 de noviembre de 2016

Taller Literario nº18 Premio Planeta 2016 (Todo esto te daré, de Dolores Redondo)

Hace mucho, mucho tiempo, que no escribo una entrada para este blog.
…Hay motivos aparte del mundo literario que, obviamente, han propiciado que esto ocurra.
A pocos días o semanas de terminar la web de escritia.com y de, así pues, reemprender la aventura literaria allá donde quedó, un artículo del blog de críticas literarias reginairae.blogspot.co.uk (el cual visito de vez en cuando para conocer de manos imparciales cómo se cuece la literatura actual) llamó poderosamente mi atención.
De largo que un no reconocido como yo debería estarse calladito y esperar que los verdaderos entendidos en la materia opinen sobre el nivel literario de la calle… pero, claro, siempre defenderé que todos los “no reconocidos” formamos parte del desarrollo literario. Si no como escritores, por supuesto que sí como lectores. Somos parte del movimiento. Todos los que leemos lo somos, y no debemos dejar que sean los demás (sobretodo los demás económicamente implicados en el asunto) los que nos digan lo que debemos leer, lo que debe darse por bueno.
Con toda humildad hace tiempo que vengo comentando en mi círculo de amistades que suelo encontrar en sugeridas grandes novelas, si no errores, al menos sí párrafos y expresiones que deberían discutirse con los autores y sus equipos de corrección y puesta a punto de un manuscrito de venta al público. Parte de este blog, ya como taller literario, se ha atrevido al desafío de sugerir “mejoras” a textos ya reconocidos. Humildemente, pero con la misma osadía con que los editores nos plantan en la cara trabajos que, desde luego, no están a la altura de lo esperado.
Y lo siento por menudo preámbulo, pero suelo explicar estos pormenores para que nadie piense que ilusamente creo tener toda la literatura de mi mano y me meto donde no me llaman. Pero es que… yo, como no reconocido, puedo permitirme errores y fallas en mi escritura… pero… un Premio Planeta, de la editora que es y con el premio literario más importante de la tercera lengua más hablada del planeta, sí que no puede permitírselo. No hay excusa. Hay demasiado en juego.
Ciegamente, sin leer siquiera la novela ganadora de este año 2016, Todo esto de daré, de Dolores Redondo, me fío del criterio del blog al que soy asiduo y recojo de él la dura crítica de, se supone, lo mejor de lo mejor en materia literaria española en la actualidad. Y, seamos justos, no me mueve a este artículo que la novela pueda ser aburrida, típica, incoherente o improductiva. De hecho, este artículo no existiría si todos esos fuesen el caso pero la literatura encontrada dentro del libro tratase de algo impecable. Pero… es que ése no es el caso. En el blog se habla de que han confundido la palabra honda con onda, cuando hablamos de ondas en el agua. Eso es brutal.
También hablan de otras erratas, pero, claro, con ésta hay bastante. Es… de cuando íbamos al colegio.
…Hace tiempo que vengo encontrando algunos “patinazos” en este premio. Incluso al abrir la primera página. Así pues… ¿qué está sucediendo?
Anticipando que jamás ganaré ese premio y que no tengo que guardar ninguna apariencia, se me ocurren dos posibles respuestas a la falta de profesionalidad de estas ediciones de renombre.
La primera es que el concurso es absolutamente limpio y que la novela ganadora es la mejor de todas las presentadas al certamen. De hecho, sería un concurso tan limpio y honesto que no corregiría ni una sola palabra del manuscrito ganador, lo cual, en sus fallas, dejaría en muy mal lugar a las que no lograron imponerse, ocurriéndoseme así que si en la ganadora se escribe hondas en lugar de ondas… menudos errores tendrán las novelas desechadas.
La segunda opción es que el mercado literario se rinde primero a los requerimientos comerciales que a los literarios, haciendo que escritores de una planificada trayectoria ascendente consigan ganar el premio. Incluso, me atrevería de sugerir la ascendencia de autores socialmente bien relacionados (en lugar de literariamente bien agraciados) en una trama socioeconómica tan a la española, donde no siempre el mejor, pero sí el mejor posicionado socialmente, es quien se lleva el gato al agua. Creo que todos entendemos de lo que hablo.
…Luego nadie se ha parado a pensar en la falta de respeto a todos los que esperamos una gran aventura literaria al comprar un libro de bombo y platillo para luego ser tratados como analfabetos con un producto mediocre entre manos. Sería patético incluso tener que sopesar si todo esto, en unos de los premios literarios más importantes del mundo y ya a nivel de cualquier lengua, tratase sólo de una mera promoción empresarial para vender más en Navidad (se falla en octubre). Absurdo, convertir un heraldo de la lengua española en un regalo de Papá Noel para quienes no saben qué regalar. Un futuro calzo para sofás que nadie ha leído.
Se me ocurre una tercera: que los equipos de trabajo de la más potente editorial de la lengua española son los que no dan la talla adecuada al cometido. Luego, autor hacia abajo y editor hacia arriba, todos y cada uno serían responsables de lo que sale al mercado.
…Buscando otros responsables, aunque indirectos (pero mucho más lógicos que un bloguero y casi autor como yo), podría incluso hablar de la (se me antoja) opaca y aletargada Real Academia de La Lengua Española, que, hablando de un mundo tan “socializado” y compadre como el español, debería darles un tirón de orejas a los editores que pudieran estar perjudicando a la materia de la que hablamos. Uno público, con los cojones que muy probablemente no tienen muchas instituciones españolas (vaya… se me fue el post de las manos… pero ahora no voy a corregir nada porque, de veras, yo tampoco tengo un equipo de corrección a la altura).
Como quiera que sea, esta crítica o no crítica de la novela de Dolores Redondo, sea justa o no (guste o no al lector), queda así porque, mientras vuelvo a hacer literatura, mientras saco tiempo de donde no lo tengo para tratar de reaprender mi pasión, es lo máximo que puedo darle a esta nueva entrada literaria porque no tengo tiempo para perderlo leyendo un regalo navideño.

Reflexionemos, pues… y no lleguemos a ninguna parte, porque, lamentablemente y que no suene a retintín, aunque tenemos una lengua preciosa capaz de expresar las más altas cotas de sentimiento humano, del mismo modo ésta habita el país que todos conocemos. Incluso, me atrevería a expresar que para nada me sorprende que la literatura española pueda no estar ajena al “proceso español”… pero, claro, hay que denunciarlo, tenemos que hablar de ello. Todos los que hablamos (y escribimos) español, debemos formar parte del proceso literario.