miércoles, 25 de marzo de 2015

Taller Literario nº 14 Corregir un texto (Morir bajo tu cielo, de Juan Manuel de Prada)



El otro día recibí una crítica algo ambigua sobre uno de mis artículos que, poco más o menos y palabra arriba palabra abajo, se podría resumir así: ¿va en serio lo de taller literario?
En fin, no sé si esa persona se refería a que no trasmito en condiciones mínimamente literarias, o que la temática que suelo elegir para mis escritos de blog se desvinculan de esta materia. Y, la verdad, como uno es un iluso, creo pensar que es más de lo segundo. Espero que sea eso…
Así pues, para meternos algo más en sustancia, me voy a atrever a intentar mejorar algunos aspectos de un texto ya de nivel profesional. Serán quienes lean este artículo los que sopesarán si vale la pena o no la corrección (o “mejora”) atendiendo a que soy un firme defensor de transmitir al lector siempre por el camino más corto y más fluido, en no sacar de la página a nuestros receptores con un embrollo innecesario y “muretes” en el devenir sintáctico de las oraciones.
Para justificarme un poco más en la creencia de que no existe el autor total (hasta García Márquez revisó Cien años de soledad en una tirada conmemorativa… o, al menos, eso decía la propaganda), declaro abiertamente que todo autor debería tener detrás un despiadado equipo humano capaz de destriparle el texto y de negociarle los detalles de la huella de su oficio.
Así pues, este miserable que no ha demostrado nada elige a un autor del que le encantan muchas de sus salidas, pero que, al mismo tiempo, parece que, como nos pasa a todos, podría… “negociarse”. Hablo de Juan Manuel de Prada (ya lo he citado alguna vez en mis artículos de amateur) y, para estar a la última de esta actualidad, precisamente del primer capítulo de su recién obra Morir bajo tu cielo.
Y anticipo que esto no es recibir a dentelladas el texto, ni meterse de lleno a capricho, sangre y fuego. Es un análisis casi casual y rutinario de algunos detalles que, sin prestar una atención absoluta, suenan un poco… “removibles”. Sobretodo, en este ejercicio es vital no cambiar ni un ápice el contenido, pero sí facilitar su asimilación a la persona que lo lee. Así logremos fluidez y claridad sin quitar ni un gramo de información.
Veamos…
Página 13. (Aquí empieza el primer capítulo)
Teodorico Novicio cerró por un instante los ojos, para espantar el merodeo de aquellos pensamientos, que no dejaban de rondarlo.
Mejorado:
Teodorico Novicio cerró por un instante los ojos para espantar el merodeo de aquellos pensamientos que no dejaban de rondarlo.
(Tan sencillo como quitar todas y cada una de las comas).
Página 15.
Aunque le gustaban mucho más las partidas de naipes y las peleas de gallos que las tenidas, Novicio había participado en ellas, siquiera remolonamente, durante varios años, por no disgustar a su primo Juan Luna…
Mejorado:
Aunque le gustaban mucho más las partidas de naipes y las peleas de gallos que las tenidas, durante varios años Novicio había participado en ellas, siquiera remolonamente, por no disgustar a su primo Juan Luna…
Página 19.
Sin embargo, para su sorpresa, su auditorio la aceptaba sin rechistar, como los niños aceptan la existencia de las hadas y los trasgos, incluso se enardecían y exaltaban mientras les evocaba ese imaginario…
Mejorado o desambiguación:
Sin embargo, para su sorpresa, su auditorio la aceptaba sin rechistar, como los niños aceptan la existencia de las hadas y los trasgos. Incluso, estos “críos” se enardecían y exaltaban mientras les evocaba ese imaginario…
NOTA: En la frase habla de su auditorio, no de los niños, que no se enardecen ni exaltan porque no existen en la convocatoria que se cita en el texto.
Página 20.
…mientras arrojaba su cuerpo muerto a una caldera de agua hirviente para después…
 Mejorado:
…mientras arrojaba su cuerpo muerto a una caldera de agua hirviendo para después…
NOTA: Espero no equivocarme (para eso estamos negociando una mejora), pero el “agua hirviente” suena más acorde a aguas que permanentemente tienen esa cualidad. Por ejemplo, las aguas hirvientes de una terma natural, o algo por el estilo. Quizá, el agua de la caldera está momentáneamente hirviente (no es una cualidad intrínseca constante) y no puede compararse con aguas pestilentes o aguas cristalinas, que sí tienen  una cualidad más longeva. Agua hirviendo suena más razonable, pues el agua no es “hirviente” por sí misma, sino mientras esté hirviendo en la caldera (menudo lío).
Página 20 y 21.
Algo semejante había experimentado la semana anterior, cuando por primera vez se decidió a visitar Baler, supuestamente para preparar el ataque a la guarnición militar y estudiar sus defensas, pero en realidad deseoso de volver a abrazar a sus familiares, después de tantos años de alejamiento, y de pasear sus calles, para recuperar las huellas extraviadas de la infancia.
Mejorado:
Algo semejante había experimentado la semana anterior, cuando, por primera vez, se decidió a visitar Baler supuestamente para preparar el ataque a la guarnición militar y estudiar sus defensas, pero, en realidad, deseoso de volver a abrazar a sus familiares, después de tantos años de alejamiento, y de pasear sus calles para recuperar las huellas extraviadas de la infancia.
Página 23.
Todavía algún balereño regresaba a casa, después de la jornada en el campo, aguijoneando en vano a su carabao, que iba rastrillando con los cuernos, cabizbajo, el camino, como si lo quisiera sembrar con sus legañas.
Mejorado:
Todavía algún balereño regresaba a casa, después de la jornada en el campo, aguijoneando en vano a su carabao que, cabizbajo, iba rastrillando con los cuernos el camino como si lo quisiera sembrar con sus legañas.
Página 30
Sus fieles respondieron jubilosamente, blandiendo los bolos, galvanizados por el ardor guerrero que les transmitían las vísceras del cálao, que habían devorado sin tomar aliento, atragantándose casi, y cuya sustancia ya se inmiscuía en su sangre, como un combustible preternatural.
Mejorado:
Sus fieles respondieron jubilosamente blandiendo los bolos, galvanizados por el ardor guerrero que les transmitían las vísceras del cálao que habían devorado sin tomar aliento, atragantándose casi, y cuya sustancia ya se inmiscuía en su sangre como un combustible preternatural.
Página 31.
Blandían los bolos de un modo muy escasamente guerrero, como si se dispusieran a cortar forraje; y algunos ni siquiera tenían bolo y se conformaban con enarbolar aperos de labranza, de utilidad más que dudosa.
Mejorado:
Blandían los bolos de un modo muy escasamente guerrero, como si se dispusieran a cortar forraje, y algunos ni siquiera tenían bolo y se conformaban con enarbolar aperos de labranza de utilidad más que dudosa.
Página 34.
Tensó el arco y apuntó al corazón del teniente, sabiendo que no le iba a disparar, salvo que hiciese algún movimiento brusco.
Mejorado:
Tensó el arco y apuntó al corazón del teniente, sabiendo que no le iba a disparar salvo que hiciese algún movimiento brusco.
Mejorado opción segunda:
Tensó el arco y apuntó al corazón del teniente sabiendo que no le iba a disparar… salvo que hiciese algún movimiento brusco.
NOTA: Con los puntos suspensivos añadimos incertidumbre.
Opinión personal:
Se cita un quinqué en plena noche que es un cónclave de polillas. Al citarse de nuevo no debería usarse otra vez que es un cónclave, sino que quizá es mejor referirse directamente a las polillas y citar al “enjambre”. Repetir el recurso lo desvirtúa.
Termino este análisis señalando el uso desproporcionado del punto y coma, que, si bien a veces está usado para enlazar conceptos razonablemente, en otras muchas (demasiadas) está ahí para conformar una barrera lectora incómoda y poco audaz que debería ser sustituida por una simple coma, el recurso primario de la lectura que facilita enormemente este tipo de cosas. O es un intento baldío de originalidad, o una obsesión que debería haber sido contenida, pues estropea el texto.
En otras frases, incomprensiblemente no se usa.
Un ejemplo:
Entonces sonó una voz milenaria, totémica, en la que se compendiaba todo su árbol genealógico, generaciones y generaciones de hombres mansos, caballerosos y honorables.
Mejorado o ¿negociado?:
Entonces sonó una voz milenaria, totémica, en la que se compendiaba todo su árbol genealógico; generaciones y generaciones de hombres mansos, caballerosos y honorables.
(¿Por qué? Pues… porque las generaciones y generaciones de hombres mansos, caballerosos y honorables, no son un añadido al árbol genealógico, sino parte de él. Espero que se entienda.)
Y esto es todo, resuelto muy por encima. Y sobretodo añadiendo que este autor tiene unos recursos geniales y una cultura bien ancha, grandes dosis de conocimiento de lo que hace… pero, en fin, todos somos humanos. Y por supuesto que me señalo a mí como el primero que necesita ayuda urgente en lo que hace y que, probablemente, seré justamente destripado cuando comparta todos mis textos, cosa que debo aceptar porque no soy yo quien está en juego, sino la cultura de todos, la misma que muchos grandes intelectos aseveran que escasea en la calle pero les sobra en sus textos.
Y sumo: al terminar este sencillo ejercicio algunos dirán “oye, dedícate a escribir lo tuyo y deja el texto ajeno…” pero, como reclamaba ese lector mío que criticó mi espacio, este es el supuesto “Taller Literario”, ¿no? Algo habrá que trabajar y no quiero que sean solos mis tejemanejes al teclado. Espero que a alguien le haya servido y me pueda justificar en el uso del material ajeno a tenor de que todo esto tenga sentido.

1 comentario:

Unknown dijo...

Gracias por su ayuda, solo soy aficionad, pena no poder estar en los talleres literarios personalmente, muy loable por su parte dicha informacion, gracias,m perdone mi falta de tildes, ya que escribo sobre teclado ingles, gracias y hasta otra, saludos cordiales desde Harlow,Inglaterra!