sábado, 29 de abril de 2017

Taller Literario nº19 Premio Primavera de Novela 2017 (No soy un monstruo, de Carme Chaparro)

Las sugerencias que puedan hacerse para redondear un texto no deben responder a un criterio caprichoso o personal. La verdadera mejora de estilo debe residir en demostrar de forma aceptable que las modificaciones realizadas en la escritura aportan una mejor fluidez en las letras, un orden adecuado o la transmisión más precisa e inequívoca de la idea que el escritor quiere plasmar en su trabajo, entre otros aspectos. La “calidad” de la historia pertenece a la crítica, y en este caso queda al margen.  
Hoy trabajamos un texto de una autora en su primera novela, la que, ni más ni menos, ha ganado este año 2017 el prestigioso Premio Primavera. 
Menuda forma de empezar una carrera literaria. La novela es No soy un monstruo, de una de nuestras periodistas favoritas, Carme Chaparro.
Hablamos de un texto que se ha impuesto entre 1125 novelas presentadas a concurso, y que ha sido examinado a lupa por un meticuloso jurado encabezado por una “letra” de La Real Academia Española, la señora Carme Riera. Del resto de ese jurado también cabe echarse a temblar si añadimos directores de periódicos de renombre, escritores consagrados y críticos literarios, entre otras profesiones vinculadas directamente al mundo de la cultura.

El texto original aparece en negro.
Las mejoras/sugerencias, en rojo.
Los textos fuera de lugar, en azul.

Empecemos:


Original: En las películas americanas siempre hay donuts. Los donuts son lo primero que delata que aquello es una reunión de adictos. Al alcohol. Al amor. Al fracaso. Cuando la cámara se mueve por el interior de una habitación iluminada por la patética luz de fluorescentes y con olor a orina rancia —la orina no se huele a través de la pantalla, pero tú intuyes que está ahí; te llega ácida y vomitiva como si estuvieras metiendo la nariz en un urinario público—, sabes que alguien va a confesar la vergüenza oculta de su vida.

Sugerido: En las películas americanas siempre hay donuts. Los donuts son lo primero que delata que esto es una reunión de adictos. Adictos al alcohol, al amor, al fracaso… Cuando la cámara se mueve por el interior de una habitación iluminada por la patética luz de fluorescentes y con olor a orina rancia —la orina no se huele a través de la pantalla, pero tú intuyes que está ahí; te llega ácida y vomitiva como si estuvieras metiendo la nariz en un urinario público—, sabes que alguien va a confesar la vergüenza oculta de su vida.

Nota: El texto eliminado no coincide. La idea de estos párrafos es que en una sesión de adictos habrá quien cuente sus más íntimos y escabrosos secretos, pero la forma de introducir esa idea rompe completamente la trayectoria del texto. En sólo dos párrafos parece que hemos cortado y pegado textos de un libro a otro, o de una parte del libro a otra. Hemos saltado de una perspectiva de una sesión de adictos a una especie de cámara de los horrores visualizada, valga la redundancia, a través de una cámara televisiva.
Nota segunda: puntualizar que la luz de un fluorescente es patética por mera esencia no coincide con la idea general del público. Para convertir un elemento común en un elemento de tensión, como es este caso, hay que justificarlo. La sensación final es de una habitación perfectamente iluminada por luz de fluorescentes y que el narrador siente repulsión enfermiza por ese tipo de iluminación.   

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Original: Pero estamos en España, y aquí, para empezar, no hay donuts en las terapias. Lo bueno es que no corremos el riesgo de acabar montando un Diabéticos Anónimos. Si aquí terminas en un grupo de ayuda de las cuatro Aes —Anónimos Adictos A Algo—, lo más probable es que la tragedia por la que estás pasando sea tan grande que asistir a esas reuniones se convierta en la última alternativa a tu suicidio; lo último que pruebas antes de encerrarte en casa con una botella de whisky del bueno y dos botes de esas pastillas que deberían estar ayudándote a superarlo —eso al menos te asegura tu médico—, pero no. No te ayudan.

Sugerido: Pero estamos en España y, aquí, para empezar, no hay donuts en las terapias y lo bueno de no tener donuts en las terapias es que no corremos el riesgo de acabar montando una de Diabéticos Anónimos. Y, si aquí terminas en un grupo de ayuda de las cuatro Aes —Anónimos Adictos A Algo—, lo más probable es que la tragedia por la que estás pasando sea tan grande que asistir a esas reuniones se convierta en la última alternativa a tu suicidio; es lo último que pruebas antes de encerrarte en casa con una botella de whisky del bueno, que sea desgarrador, y dos botes de esas pastillas que deberían estar ayudándote a superarlo —eso al menos te asegura tu médico—. Pero no, no te ayudan.

Nota: Se han añadido las íes griegas para enlazar mejor el texto sin tener que reestructurarlo demasiado.
Nota segunda: Se ha añadido una apreciación aleatoria al whisky para que no quede sólo por whisky de buena calidad, porque es obvio que estamos tratando de transmitir la idea de alta graduación de alcohol.

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Original: Todos los que están aquí hoy conmigo querrían estar muertos. Mejor muertos que en esta sala. Mejor incluso en el infierno —que es lo que algunos creen merecer— que aquí y ahora.

Sugerido: Y, todos los que están aquí hoy, conmigo, querrían estar muertos. Mejor muertos que en esta sala. Mejor incluso en el infierno —que es lo que algunos creen merecer— que aquí, y ahora.

Nota: Se ha continuado una vez más con la í griega para enlazar aún más el texto. Cópiese todo junto y léase de golpe y se notará el efecto.

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Original: Echemos un vistazo a la sala. Por ejemplo, a ese hombre, ese hombre calvo y redondo que se ha puesto una sudadera de alguien treinta años más joven y unos pantalones de alguien veinte años más viejo, como si él mismo estuviera hecho de retales de diferentes personas. No puede ni abrir los ojos. ¿Hace cuánto que no fija la mirada en nada? ¿Hace cuánto que no pone un pie delante de otro porque de verdad quiere ir a algún sitio y no porque se deja llevar? ¿Hace cuánto que no coge algo —aunque sea un vaso de agua— queriendo realmente agarrarlo, con una orden directa de su cerebro a su mano —tienes sed, alarga el brazo, haz pinza con los dedos, coge el vaso, acércatelo a la boca, bebe—? Si pudiéramos meternos en su cabeza, veríamos que todo está (des)ocupado por un vacío inmenso, un hueco por el que no dejan de resonar las mismas ondas, rebotando en cascada de un extremo a otro del cráneo, una tras otra. De vez en cuando el pensamiento se queda suspendido en el ojo del huracán —no sabe, no se acuerda, no desgarra—, pero solo es una ilusión de vientos débiles y cielos despejados. El temporal en el que vive no le da tregua. Fue culpa tuya. Fue culpa tuya. No mereces vivir.

Sugerido: Echemos un vistazo a la sala. Por ejemploa ese hombre, ese hombre calvo y redondo que se ha puesto una sudadera de alguien treinta años más joven y unos pantalones de alguien veinte años más viejo, como si él mismo estuviera hecho de retales de diferentes personas. No puede ni abrir los ojos. ¿Hace cuánto que no fija la mirada en nada? ¿Hace cuánto que no pone un pie delante de otro porque de verdad quiere ir a algún sitio y no porque se deja llevar? ¿Hace cuánto que no coge algo —aunque sea un vaso de agua— queriendo realmente agarrarlo, con una orden directa de su cerebro (texto eliminado) —tienes sed, alarga el brazo, haz pinza con los dedos, coge el vaso, acércatelo a la boca, bebe—? Si pudiéramos meternos en su cabeza (coma eliminada) veríamos que todo está (des)ocupado por un vacío inmenso, un hueco por el que no dejan de resonar las mismas ondas, rebotando en cascada de un extremo a otro del cráneo, una tras otra. De vez en cuando el pensamiento se queda suspendido en el ojo del huracán —no sabe, no se acuerda, no desgarra—, pero solo es una ilusión de vientos débiles y cielos despejados. El temporal en el que vive no le da tregua. Fue culpa tuya. Fue culpa tuya. No mereces vivir.

Nota: Se ha eliminado de su cerebro a su mano porque eso ya queda implícito en las letras de a continuación.
Nota segunda: Las palabras que el sujeto se dice a sí mismo es mejor ponerlas en cursiva para saber que no son exactamente del narrador.

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Original: O esa chica joven de pelo grasiento, la que lleva unos pantalones tan grandes que cabría entera en una sola de las perneras. ¿Cuánto hace que no piensa en ella como un ser humano? Me fijo en que agarra su bolso tan fuerte que la sangre no le llega a las manos, como si ese objeto fuese su único asidero a la vida y sin él, sin estar agarrada a él, fuera a caer irremediablemente hacia el agujero negro del que está intentando salir. ¿Qué le habrá pasado? Es casi una niña. Debería darme pena.

Sugerido: O esa chica joven de pelo grasiento, la que lleva unos pantalones tan grandes que cabría entera en una sola de las perneras. ¿Cuánto hace que no piensa en ella como (texto eliminado) ser humano? Me fijo en que agarra su bolso tan fuerte que la sangre no le llega a las manos, como si ese objeto fuese su único asidero a la vida y, sin él, sin estar agarrada a él, fuera a caer irremediablemente hacia el agujero negro del que está intentando salir. ¿Qué le habrá pasado? Es casi una niña. Debería darme pena.

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Original: ¿Qué hago yo aquí, pues? ¿Qué hago yo aquí en medio de estas almas en pena y cuando aún no lo necesito? Mi editor —sí, maldición, tengo un editor— ha pensado que una terapia así es el lugar ideal para encontrar inspiración para mi próximo libro. Tras el éxito mundial de mi primera novela, Un bosque espeso, no hace más que presionarme para que vuelva a escribir.

Sugerido: ¿Qué hago yo aquí, pues? ¿Qué hago yo aquí, en medio de estas almas en pena y cuando sé que no lo necesito? Mi editor —sí, maldición, tengo un editor— ha pensado que una terapia como esta es el lugar ideal para encontrar la inspiración para mi próximo libro. Tras el éxito mundial de mi primera novela, Un bosque espeso, no hace más que presionarme para que vuelva a escribir.

Nota: Se ha sustituido cuando aún no lo necesito porque el resto del texto, al menos el que se alcanza a analizar aquí, no aclara si la escritora acude a terapia porque se sospecha que algún pueda necesitarla para otro propósito que solamente escribir. No es, pues, potencialmente una adicta. Si lo fuere o llegara a serlo a lo largo de la novela habría que darlo a entender aquí, aún sutilmente.

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Original: A veces me obsesiono tanto que he llegado a creer que ha sobornado a algunas de las personas con las que me cruzo cada día. Últimamente creo que son las mujeres de la limpieza de la oficina, que me miran de una manera hostil mientras empujan los carros cargados de productos tóxicos. Escribe otro libro. Escribe otro éxito. Escribe otra máquina de hacer dinero.

Sugerido: A veces me obsesiono tanto, que he llegado a creer que hasta ha sobornado a algunas de las personas con las que me cruzo cada día para que me convenzan de que escriba. Últimamente creo que son las mujeres de la limpieza de la oficina, las que me miran de una manera hostil mientras empujan sus carros cargados de productos tóxicos. Escribe otro libro. Escribe otro éxito. Escribe otra máquina de hacer dinero.

Nota: Es importante explicar para qué ha sobornado el editor a las personas. De la forma original no es explícito que lo haya hecho para convencer a la protagonista de que escriba.

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Original: Primero fue algo suave, sutil y educado. Ahora tengo la sensación de que mi editor estaría dispuesto a casi cualquier cosa si eso me diera alguna idea para un nuevo best seller. A veces me pregunto hasta dónde sería capaz de llegar por proporcionarme un hilo argumental. Y por mucho que le repito que yo solo tuve un libro dentro y que nunca seré capaz de escribir nada más, él —ellos en realidad, toda la editorial— insiste en que soy capaz y en que solo tengo que encontrar el click que transforme mi MacBook en un procesador de textos con diarrea. Pero yo no tengo ideas. Tuve una y ya está. Fue un libro y ya está.

Sugerido: Mi editor… Primero fue algo suave, sutil y educado. Ahora tengo la sensación de que (texto eliminado) estaría dispuesto a casi cualquier cosa si eso me diera alguna idea para un nuevo best seller. A veces me pregunto hasta dónde sería capaz de llegar por proporcionarme un hilo argumental. Y, por mucho que le repita que yo solo tuve un libro dentro y que nunca seré capaz de escribir nada más, él —ellos en realidad, toda la editorial— insiste en que soy capaz y en que solo tengo que encontrar el click que transforme mi MacBook en un procesador de textos con diarrea. Pero yo no tengo ideas. Tuve una y ya está. Fue un libro, y ya está.

Nota: Al principio del texto introducimos al editor para que se sepa que estamos hablando de él. Lo eliminamos a continuación.
Nota segunda: Hablar de diarrea para con una alta productividad literaria tiene todo el sentido del mundo si el personaje que narra es mordaz y ácido, aún más que en estas primeras letras. Si el personaje continúa en esa línea es completamente correcto. Si no lo es, esto está fuera de lugar.

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Original: En fin, que por eso he acabado aquí, para que mi editor me deje tranquila un tiempo. Si cree que estoy trabajando en algo, se calmará.
Pero no es fácil hacer cosas como esta. Siempre corro el riesgo de que me reconozcan. Y no me conviene, no aquí y no en este momento. Si saben quién soy, no me dejarán quedarme. He ensayado varias veces con pelucas y postizos, para otros trabajos anteriores. De hecho, hoy me he puesto lentillas oscuras y una peluca rubia corta. Con una base de maquillaje amarilla y un poco de corrector morado en las ojeras parezco incluso algo frágil, como si supurara tristeza por la piel.

Sugerido: En fin, que por eso he acabado aquí, para que mi editor me deje tranquila un tiempo. Si cree que estoy trabajando en algo, se calmará.
Pero no es fácil hacer cosas como esta. Siempre corro el riesgo de que me reconozcan. Y no me conviene. No aquí y no en este momento. Si saben quién soy, no me dejarán quedarme. He ensayado varias veces con pelucas y postizos (coma eliminada) para otros trabajos anteriores. De hecho, hoy me he puesto lentillas oscuras y una peluca rubia corta. Con una base de maquillaje amarilla y un poco de corrector morado en las ojeras, parezco incluso algo frágil, como si supurara tristeza por la piel.

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Original: En consonancia con el ambiente.
Y aunque me he hecho pasar por otras personas, siempre hay un detalle que acaba delatándome: la voz. Es algo tan característico que no puedo disimularlo. Las eses al final de las palabras me patinan con un sonido especial, como si no supiera parar a tiempo el fonema y me resbalara por entre los dientes cual cobertura de chocolate caliente sobre una bola de helado. Árboleszsz. Cosaszsz. Ni mi logopeda ha podido corregírmelo. Dice, además, que es mi toque característico, que me da personalidad. Así que tendré que estar callada. Al menos en la sesión de hoy.

Sugerido: En consonancia con el ambiente.
Y, aunque me he hecho pasar por otras personas, siempre hay un detalle que acaba delatándome: la voz. Es algo tan característico que no puedo disimularlo. Las eses al final de las palabras me patinan con un sonido especial, como si no supiera parar a tiempo el fonema y me resbalara por entre los dientes cual cobertura de chocolate caliente sobre una bola de helado. Árboleszsz. Cosaszsz. Ni mi logopeda ha podido corregírmelo. Dice, además, que es mi toque característico, que me da personalidad. Así que tendré que estar callada. Al menos en la sesión de hoy.

Nota: En consonancia con el ambiente queda completamente aislado. Debe ir en el párrafo anterior. No se entiende.

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Original: Afortunadamente, no hay donuts alrededor de los que iniciar una charla. Y afortunadamente también, el director de la terapia es puntual y va directo al grano. O quizá es que no le apetece mucho estar aquí y quiere acabar cuanto antes, alejarse de estas almas ancladas al infierno, no sea que le vayan a arrastrar a él también.

Sugerido: Afortunadamente, no hay donuts alrededor de los que iniciar una charla. Y, afortunadamente también, el director de la terapia es puntual y va directo al grano. O quizá es que no le apetece mucho estar aquí y quiere acabar cuanto antes, alejarse de estas almas ancladas al infierno, no sea que le vayan a arrastrar allí a él también.

Nota: Quizá abría que buscar otro lugar distinto al infierno, pues ya se ha nombrado antes.


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Original:
—¿Podéis ir tomando asiento, por favor? —nos pide el psicólogo con voz melosa.
Lo he investigado antes de venir. Soso en Facebook: solo fotos de platos de comida, calles de Madrid y algún que otro libro. Un solitario de manual. Un triste. Espero tenerlo fácil en caso de que necesite sacarle información.
—¿Podéis ir tomando asiento?
Y nos sentamos.

Sugerido:
—¿Podéis ir tomando asiento, por favor? —nos pide el psicólogo con voz melosa.
Lo he investigado antes de venir. Soso en Facebook: solo fotos de platos de comida, calles de Madrid y algún que otro libro. Un solitario de manual. Un triste. Espero tenerlo fácil en caso de que necesite sacarle información.
—¿Podéis ir tomando asiento?
Y, tras idas y venidas, nos terminamos sentando.

Nota: Nótese que la palabra psicólogo no se ha sustituido. El director de la charla (párrafo anterior) y el psicólogo no parecen la misma persona. En el momento de citar al director, hay que citar que a la vez es psicólogo. Ya entonces se introducen todos sus datos descriptivos.
Nota segunda: Se ha añadido una forma aleatoria para explicar que la gente de la terapia no se sienta de golpe y sí de forma desordenada (el psicólogo se tiene que reiterar), pues esa era la impresión que se ha dado con el texto original.


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Original: Sin mirarnos. Encogidos. Avergonzados de nosotros mismos. O quizá avergonzados de lo que vamos a escuchar, como si fuéramos viejas cotillas poniendo el oído junto a un confesionario. Derretidos de placer y sonrojo.
—Hoy Lucía quiere contarnos algo, ¿verdad?
La chica del bolso empieza a hablar.
Y yo no tendría que haber escuchado lo que ella estaba a punto de contarnos.

Sugerido: Sin mirarnos. Encogidos. Avergonzados de nosotros mismos. O quizá avergonzados de lo que vamos a escuchar, como si fuésemos viejas cotillas poniendo el oído junto a un confesionario. Derretidos de placer y sonrojo.
—Hoy Lucía quiere contarnos algo, ¿verdad?
La chica del bolso empieza a hablar… y yo no tendría que haber escuchado lo que ella estaba a punto de contarnos.


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Fin del análisis.

Conclusión:

En general, el lector capta la idea de lo expuesto, pero el texto deja cierta sensación de desorden. Se entiende perfectamente lo que se quiere expresar, pero quizá el medio de enlace de una frase a la otra, incluso de una exposición a la otra, no está perfectamente ligado y hay… “trompicones”. Por eso me he permitido añadir alguna que otra introducción.
Por otro lado, es muy común en obras primerizas que se olvide que el lector no tiene por qué saber qué tiene el escritor en mente. El único medio de transmitir esa idea es el texto, por lo que si no se tiene cuidado hay cosas que pueden quedar en el tintero.
Sin embargo, hay grandes virtudes en la escritura. Analizar al psicólogo a través de Facebook es un buen punto, como lo que el tipo gordo tiene y no tiene en mente, como acaso ese bolso como pequeño salvavidas. Seguro que la novela guarda más sorpresas y virtudes con este cariz crítico y mordaz.
Por lo demás, y a tenor de las pocas frases analizadas, el texto absoluto debería trabajarse un poco para mejorar, moviendo frases a su lugar adecuado, restando texto para sumar en velocidad y comprensión, añadiendo, quitando o moviendo comas de sitio, etc.

Sí es un texto consecuente con una primera novela, como ya he leído en varios blogs. Enhorabuena de todos modos.