En este mismo blog ya hemos analizado un trabajo de este
escritor, de Arturo Pérez-Reverte.
La idea, ahora que han pasado unos cuantos años desde su bombazo llamado El
Capitán Alatriste (primer capítulo analizado aquí), es poder comparar si el
estilo o “la maña” literaria ha cambiado o si seguimos estando en poder de
sugerir mejoras o fluidez a su texto actual. Para ello, Falcó, su último
trabajo a la hora de hacer este post, va a ser nuestra cobaya.
Vamos allá:
ANÁLISIS INFORMAL DE
FALCÓ
FALCÓ
ORIGINAL: La mujer que iba a
morir hablaba desde hacía diez minutos en el vagón de primera clase. Era la suya
una conversación banal, intrascendente: la temporada en Biarritz, la última
película de Clark Gable y Joan Crawford.
SUGERIDO: La mujer que iba a morir hablaba
desde hacía diez minutos en el vagón de primera clase. Era(,) la
suya(,) (la suya era) una conversación banal, intrascendente: la temporada en
Biarritz y la última película de Clark Gable y Joan Crawford.
NOTA: La mujer que iba a
morir… yo hubiera
dejado entre bambalinas esta información para que este hecho fuese una
sorpresa. En cuanto a las conversaciones banales de la mujer, creo firmemente
que esta enumeración (de dos temas mencionados) deben ir mediados con una i
griega, no con comas. Yo sólo pondría comas con tres temas de conversación,
incluso sin renunciar a la i griega.
*
* *
ORIGINAL: Tres vagones más adelante, la locomotora emitió un largo
silbido, y el traqueteo de los bogies se intensificó cuando el expreso entró en
una curva prolongada. Falcó miró el Patek Philippe en su muñeca izquierda. Faltaba
un cuarto de hora para que el tren parase cinco minutos en la estación de
Narbonne.
SUGERIDO: Tres vagones más adelante, la locomotora emitió
un largo silbido (coma eliminada) y el traqueteo de los bogies se intensificó cuando el
expreso entró en una curva prolongada. Falcó miró el Patek Philippe en su
muñeca izquierda(;) faltaba un cuarto de hora para que el tren parase cinco minutos
en la estación de Narbonne.
*
* *
ORIGINAL: Sin responder, Falcó encendió el pitillo y
siguió camino hasta el final del vagón. Al llegar a la plataforma se volvió a
mirar atrás, y vio que el individuo ya no estaba en el pasillo. Fumó apoyado en
la puerta del lavabo, inmóvil junto al fuelle que unía el vagón con el siguiente,
escuchando el traqueteo ensordecedor de las ruedas en las vías. En Salamanca,
el Almirante había insistido mucho en que no fuera él quien resolviera la parte
táctica del asunto. No queremos quemarte, ni arriesgar nada si algo sale mal,
fue el dictamen. La orden. Esa mujer viaja de París a Barcelona, sin escolta.
Limítate a dar con ella e identificarla, y luego quítate de en medio. Paquito
Araña se encargará de lo demás. Ya sabes. A su manera sutil. A él se le da bien
esa clase de cosas.
SUGERIDO: Sin responder, Falcó encendió el pitillo y
siguió camino hasta el final del vagón. Al llegar a la plataforma se volvió a
mirar atrás (coma eliminada) y vio que el individuo ya no estaba en el pasillo. Fumó
apoyado en la puerta del lavabo, inmóvil junto al fuelle que unía el vagón con
el siguiente, escuchando el traqueteo ensordecedor de las ruedas en las vías.
En Salamanca, el Almirante había insistido mucho en que no fuera él quien
resolviera la parte táctica del asunto; no queremos quemarte, ni arriesgar nada si
algo sale mal, fue el dictamen.
La orden. Esa mujer viaja de París a Barcelona, sin escolta.
Limítate a dar con ella e identificarla, y luego quítate de en medio. Paquito
Araña se encargará de lo demás. Ya sabes. A su manera sutil. A él se le da bien
esa clase de cosas.
Nota: es importante hacer
diferencia entre la narración y las frases de personajes (pasadas, presentes o
futuras) para no liar al lector. Aquí las hemos puesto en cursiva.
*
* *
ORIGINAL: En cabeza del convoy, el jefe de estación balanceó el
farol e hizo sonar un silbato. La locomotora dejó escapar un resoplido de vapor
y se puso en marcha, arrastrando el tren. Para entonces Falcó ya entraba en el
edificio, cruzaba el vestíbulo y salía a la calle, bajo el resplandor
amarillento de las farolas que iluminaban un muro cubierto de carteles
publicitarios y un automóvil Peugeot junto al bordillo un poco más allá de la
parada de taxis, allí donde se suponía que debía estar. Se detuvo Falcó un momento,
justo el tiempo necesario para que Araña lo alcanzase. No tuvo necesidad de
volverse, pues le anunció la proximidad del otro su inconfundible olor a pomada
capilar y agua de rosas.
SUGERIDO: En cabeza del convoy, el jefe de estación
balanceó el farol e hizo sonar su silbato. La
locomotora dejó escapar un resoplido de vapor y se puso en marcha, arrastrando
el tren. Para entonces Falcó ya entraba en el edificio, cruzaba el vestíbulo y
salía a la calle, bajo el resplandor amarillento de las farolas que iluminaban
un muro cubierto de carteles publicitarios y un automóvil Peugeot junto al
bordillo un poco más allá de la parada de taxis, allí donde se suponía que
debía estar. Falcó se detuvo un momento, justo el tiempo necesario para que Araña lo
alcanzase; no tuvo necesidad de volverse, pues le anunció la proximidad
del otro su inconfundible olor a pomada capilar y agua de rosas.
Nota: El jefe de estación toca su
silbato porque no es un silbato ocasional. Es su silbato. Los jefes de estación
suelen tocar el silbato reglamentario. Es algo natural y cotidiano de la época.
Nota: Todo este texto denota poca profundidad. Parece un
guión de cine. Unimos la última frase para que el texto no quede tan monótono. ¿Qué
carteles publicitarios? Ese auto… ¿estar ahí, por…? Aquí es donde hay que
profundizar en los protocolos de actuación de estos ¿agentes secretos? y cuando
hay que describir cuáles son las modas publicitarias del momento.
Nota: Falcó se detuvo un momento. Lo hemos invertido porque el texto no es tan
romántico o literariamente profundo como para permitirse cambiar algunos
órdenes, los que quedan más acordes a la línea general del trabajo si de dejan
al estilo convencional.
*
* *
ORIGINAL: …al, que solía ser divertida, simpática, aunque con un
rictus de dureza cruel que podía enturbiarla de modo inquietante; como si su
propietario estuviese en presencia continua de una broma tragicómica…
SUGERIDO: …al, que solía ser divertida, simpática, aunque
con un rictus de dureza cruel que podía llegar a enturbiarla de modo inquietante; como si su propietario
estuviese en presencia continua de una broma tragicómica…
*
* *
ORIGINAL: A su espalda, al otro lado de la ventana, se alzaba la
cúpula de la catedral de Salamanca más allá de las ramas, todavía desnudas, de
los árboles de la plaza. Moviéndose en el contraluz, el jefe del SNIO —Servicio
Nacional de Información y Operaciones— fue hasta el gran mapa de la península
que ocupaba media pared, junto a unos estantes con la enciclopedia Espasa y un
retrato del Caudillo.
SUGERIDO: A su espalda, al otro lado de la ventana, más allá de las ramas todavía desnudas de los árboles de
la plaza, se alzaba la cúpula
de la catedral de Salamanca. Moviéndose en el contraluz, el jefe del SNIO
—Servicio Nacional de Información y Operaciones— fue hasta el gran mapa de La Península que
ocupaba media pared, junto a unos estantes con la enciclopedia Espasa y un
retrato del Caudillo.
Nota: más allá
de las ramas todavía desnudas de los árboles de la plaza. Hemos cambiado todo esto de orden
para ganar en fluidez.
Nota: Creo que, si estamos hablando
de La Península, debe ir en mayúsculas. No es una península cualquiera, un
accidente geográfico casual en el mapa. Es “un mote”.
Nota: Aquí, en este análisis, no es
apreciable, pero de repente pasamos de entrar dentro del coche a estar en un
despacho. El cambio es tan visto y no visto que nos da por pensar que desde el
coche se ve la catedral de Salamanca, o que el jefe de Falcó estaba en la estación,
esperando en el auto. Aquí hay que añadir algo para evitar esto, pero no se ha
hecho. Es luego que nos damos cuenta de la “teleportación” en el tiempo y en el
espacio.
*
* *
ORIGINAL: Rió un poco el Almirante, oscuro y como para sí mismo, de
su propia broma. Y es que a menudo, pensó Falcó, el humor de su jefe rondaba lo
siniestro; y más desde que su único hijo, un joven alférez de navío, había sido
asesinado a bordo del crucero Libertad con los otros oficiales, el 3 de agosto.
Ese talante ácido y un punto macabro era su marca de la casa, incluso cuando
mandaba a un agente del Grupo Lucero —operaciones especiales— a hacerse
despellejar vivo en una checa, tras las líneas enemigas. Así tu viuda sabrá por
fin dónde duermes, era capaz de decir, y otras bromas semejantes, que maldita
la gracia tenían. Pero a esas alturas, con cuatro meses de guerra civil y una
docena de agentes perdidos un poco por aquí y un poco por allá, aquel tono
bronco y cínico se había convertido en estilo propio del servicio. Hasta las
secretarias, los radioescuchas y los encriptadores lo imitaban. Además, le iba
como un guante al jefe: gallego de Betanzos, flaco, menudo, con espeso pelo
gris y un mostacho amarillento de nicotina que le cubría por completo el labio
superior, el Almirante tenía la nariz grande, las cejas hirsutas y un ojo
derecho —el izquierdo era de cristal— muy negro, severo y vivo, de extrema
inteligencia, donde las palabras rojo o enemigo suscitaban siempre un tranquilo
rencor. Descrito en corto, el responsable del núcleo duro del espionaje
franquista era pequeño, listo, malhumorado y temible. En el cuartel general de
Salamanca lo apodaban el Jabalí. Pero nunca en su cara.
SUGERIDO: Rió un poco el Almirante, oscuro y como para sí
mismo, de su propia broma. Y es que(,) a menudo, pensó Falcó, el humor de su jefe rondaba lo
siniestro; y más desde que su único hijo, un joven alférez de navío, había sido
asesinado a bordo del crucero Libertad con los otros oficiales, el 3 de agosto.
Ese talante ácido y un punto macabro era su marca de la casa, incluso cuando
mandaba a un agente del Grupo Lucero —operaciones especiales— a hacerse
despellejar vivo en una checa, tras las líneas enemigas. Así tu
viuda sabrá por fin dónde duermes, era
capaz de decir, así como otras bromas igual de
ácidas, que maldita la gracia tenían. Pero(,) a esas
alturas, con cuatro meses de guerra civil y una docena de agentes perdidos un
poco por aquí y otro poco por allá, aquel tono bronco y cínico se había
convertido en estilo propio del servicio. Hasta las secretarias, los
radioescuchas y los encriptadores lo imitaban. Además, le iba como un guante al
jefe: gallego de Betanzos, flaco, menudo, con espeso pelo gris y un mostacho
amarillento de nicotina que le cubría por completo el labio superior. El Almirante tenía
la nariz grande, las cejas hirsutas y un ojo derecho —el izquierdo era de
cristal— muy negro, severo y vivo, de extrema inteligencia, donde las palabras rojo o enemigo
suscitaban siempre un tranquilo rencor. Descrito en corto, el responsable del
núcleo duro del espionaje franquista era pequeño, listo, malhumorado y temible.
En el cuartel general de Salamanca lo apodaban El Jabalí(,) pero nunca
en su cara.
*
* *
ORIGINAL: Aunque su jefe estaba de pie, Falcó seguía
sentado. Eran viejos conocidos desde los tiempos en que el Almirante, entonces
capitán de navío y agregado naval en Estambul, había organizado los servicios
de información para la República en el Mediterráneo Oriental, poniéndolos luego
a disposición del bando franquista al estallar la contienda civil. Los dos se
habían encontrado por primera vez en Estambul, mucho antes de la guerra; en
torno a un asunto de tráfico de armas destinadas al IRA irlandés, del que en
ese momento Falcó actuaba como intermediario.
SUGERIDO: Aunque su jefe estaba de pie, Falcó seguía
sentado. Eran viejos conocidos desde los tiempos en que el Almirante, entonces
capitán de navío y agregado naval en Estambul, había organizado los servicios
de información para la República en el Mediterráneo Oriental, poniéndolos luego
a disposición del bando franquista al estallar la contienda civil. Los dos se
habían encontrado por primera vez la ciudad
turca, mucho antes de la guerra y en torno a un
asunto de tráfico de armas destinadas al IRA irlandés, del que en ese momento
Falcó actuaba como intermediario.
Nota: Evitando nombrar de nuevo Estambul
ganamos fluidez (aunque parezca mentira o un detalle superfluo) y encima
detallamos, para los despistados, dónde se encuentra esa urbe. Eso es matar dos
pájaros de un tiro.
Nota: Los detalles enciclopédicos de la época parecen
metidos con calzador. Se nombran, están ahí, pero no vienen demasiado a cuento…
o deberían usarse para algo que valga la pena, no para hacer bulto wikipédico. En mi opinión, la
información histórica tiene una valía enorme a la hora de enriquecer una
historia, pero también la pueden ridiculizar un poco si su aparición no tiene
la suficiente profundidad. Esto se entenderá mejor si recordamos la comparativa
de un personaje de esta novela con el actor
americano George Raft… nombrado en la historia absolutamente para nada porque no nos aporta
información alguna.
*
* *
ORIGINAL: —Encontré algo para
usted —dijo Falcó.
Mientras lo decía, sacó un sobre del bolsillo de la chaqueta y lo puso
en la mesa, cerca del Almirante. Éste lo observaba, inquisitivo. El ojo de
cristal era de un color ligeramente más claro que el auténtico, y eso daba a su
mirada un extraño estrabismo bicolor que solía inquietar a sus interlocutores. Tras
un instante, abrió el sobre y extrajo de él un sello de correos.
SUGERIDO: —Encontré algo
para usted —dijo Falcó, mientras sacaba un sobre del bolsillo de la chaqueta para
ponerlo sobre la mesa, al alcance del Almirante. Éste lo observó, inquisitivo. El
ojo de cristal era de un color ligeramente más claro que el auténtico (coma eliminada) y eso daba a su
mirada un extraño estrabismo bicolor que solía inquietar a sus interlocutores.
Tras un instante, abrió el sobre y extrajo de él un sello de correos.
*
* *
FIN DEL ANÁLISIS
Damos por bueno el trabajo
realizado sobre la novela.
Lamentablemente, la calidad
literaria sigue siendo inferior a la esperada. Este segundo post es un análisis
“doble” de un mismo autor en dos épocas distintas de su carrera literaria (los
inicios y la cúspide). En este caso, el tiempo transcurrido no ha cambiado las
cosas.
Antes de entrar en materia, antes
de “trabajar” a uno de nuestros pesos pesados en la literatura en español de la
época actual, pensaba que este autor escribía con más profundidad (menos
robótico y más mítico), o que el asunto histórico en que se movía a través de sus
novelas encerraba un bagaje histórico muy superior. Sé que escribir sobre las
guerras de Flandes o La República Española (El Caudillo, La Segunda Gran
Guerra, etc) añaden peso literario y nivel cultural a lo escrito, pero, al
cabo, sucede que el material se usa, de acuerdo, pero entre perdido y de pasada
(de relleno), mientras que la literatura que lo apelmaza todo es simplemente
formal. Siempre pensé que la consideración que tenía el autor de viejo dinosaurio (o vieja guardia) de la
gran literatura de antaño la iba a ver reflejada en sus textos, que
aprenderíamos mucho, muchísimo, leyendo su trabajo. Pero no.
Aquí ocurre, además, un caso
extraño, y es que, la imagen de casi caballero medieval que transmite este
autor, su talante inequívocamente intelectual, no cuadra con su forma de
escribir. Su escritura le rejuvenece. Y no sé si, para los trasuntos de quienes
ya andamos añitos, esto pueda parecer un cumplido… (supongo que no), pero me
imaginé de él una literatura envidiable, un trasfondo histórico que dejase la
boca abierta y nada que objetar… pero ahora veo que todo, de arriba abajo, es fruto
de la expectativa de quienes nos dejamos arrastrar por las apariencias (sí, yo
también). Sí, su cariz de crítico de todo (desde su columna periodística), sus
alegaciones de que España no lee y
cosas por el estilo habían forjado en mí una imagen suya de auténtico adalid de
las letras, algo así como el último de los últimos alquimistas de la página en
blanco.
Y es que este blog es así. Aquí
nadie es nadie. Ni siquiera yo, que me suelo destripar en privado.
Aquí hablamos de literatura, del
producto de las personas… pero no de las personas en sí. Nada, únicamente el
texto, debe influir en cada análisis.
Volviendo al escrito, y abarcándolo
por otro derrotero literario, la primera escena del libro debió ser proyectada
para tener un impacto mayor. Leemos hasta el despacho esperando que pase algo,
pero se desperdicia la oportunidad de escribir para el gran público (joder, la
audiencia que tiene este autor) con un episodio plano, apenas formal y
rutinario. Una oportunidad de oro perdida. Luego, en la siguiente escena (ya
estamos en el despacho) el jefe de Spiderman (o de Superman) actúa de oficio
con el protagonista de la historia, que ha entrado a escena por la puerta
pequeña y actuando exactamente tal como estaba pronosticado y como, en el
fondo, no querríamos leer.
Ojo, estamos hablando del texto
analizado. ¡Son las primeras páginas, por dios! (¡Carlos, trata de arrancarlo!)
Recuerden que, teóricamente, si no rompes moldes en las primeras páginas de tus
escritos jamás vas a impresionar a un jurado de un premio literario, o el
representante de tu vida y luego el editor a quien éste tiene alcance, pues, ¡te
van a desestimar!
Claro que… si no te hace falta
romper moldes porque ya tienes tu audiencia de incondicionales… si ya tienes
curtida una gran red de contactos del mundo literario… si tu imagen pública
escribe por ti… escribes “de tradición” y esperas en casa los royalties.
Y lamento escribir ahora esto, pero,
leyendo Falcó, se me activó un chip en la cabeza (sobre todo en la escena del
despacho) en la que correteaban por ahí Mortadelo y Filemón. Y no quiero ser
tan malvado, pero soy fiel seguidor del blog de crítica literaria Regina Irae (http://reginairae.blogspot.co.uk/2016/10/falco-de-arturo-perez-reverte.htmlhttp://reginairae.blogspot.co.uk/2016/10/falco-de-arturo-perez-reverte.html)
donde se confirman mis temores: la crítica, de una lectora que suelo dar mucho
crédito, habla de situaciones predecibles, clichés y una superficialidad generalizada
en toda la novela.
Menudo panorama.
Por último (y ya acabo), vuelvo a
insistir en que el proceso literario no acaba cuando el libro sale al mercado.
El “otro lado” de la literatura es el lector… y, una de las ramas actuales (de
moda o de lo que quieras) de esa otra parte del proceso se hace en Blogs de
aficionados a la literatura que, desde la sombra, después de hacer sus vidas
normales, escriben. Y opinan. Opinan de otra manera distinta a la natural: el
gran público, de alguna manera, “opina” comprando o dejando de comprar títulos
(si puede)… y otros, como los blogueros al caso, opinamos con artimañas
parecidas a esta página.
Por cierto, puedes leer el análisis de El Capitán Alatriste aquí.
PD: Pido disculpas por la extraña conversión de la letra fuente (aquí unas y allá otras), pero el Blogger se ha vuelto loco. Debe ser un castigo divino o algo así.
Por cierto, puedes leer el análisis de El Capitán Alatriste aquí.
PD: Pido disculpas por la extraña conversión de la letra fuente (aquí unas y allá otras), pero el Blogger se ha vuelto loco. Debe ser un castigo divino o algo así.
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